El miércoles se presentaba tranquilo, con los indicadores de producción industrial japoneses preliminares de noviembre volviendo a arrojar cifras negativas por tercer mes consecutivo al caer un -0,1% m. arrastrado a la baja por las caídas en la producción de cintas transportadoras, grúas y equipos para fabricar chips y pantallas planas, según el Ministerio de Industria. Si lo miramos en términos interanuales, la contracción de la actividad fabril era de un -1,3% a.
La continua debilidad de la producción industrial respalda la posición del BoJ, de que la frágil recuperación de la economía necesita apoyo. Las compañías japonesas, especialmente las del sector secundario, ya han dado señales de una mayor cautela a medida que aumenta la incertidumbre sobre la desaceleración global y su efecto en la demanda de bienes. De hecho, la pérdida de fuerza de la demanda externa ya se ha visto en las cifras comerciales del país, recogiéndose la mayor caída mensual de las exportaciones desde los problemas derivados de la cadena de suministro del año pasado.
Lo cierto es que en base a las últimas cifras la producción aún está por debajo de los niveles de finales de 2019 y por ahora, las últimas cifras ofrecen pocas señales de la fortaleza necesaria en la economía para justificar nuevos ajustes en clave de política monetaria. Es más, los datos de ventas minoristas publicados el martes mostraban una inesperada caída del gasto de los consumidores nipones incluso después del primer mes completo de reapertura de las fronteras a los visitantes extranjeros.
Sin embargo, la especulación en torno a japón y el BoJ está servida y la autoridad monetaria nipona anunciaba una operación de compra de bonos no programada como respuesta al incremento en las rentabilidades de los bonos. En concreto, el BoJ comprará cantidades ilimitadas de bonos a 2 años a una rentabilidad del 0,03% y bonos a 5 años al 0,24%. Las operaciones no programadas también incluyeron compras de títulos de 1 a 10 años por un total 500 mm. ¥ a precios de mercado.