Japón quiere volver a ser una potencia militar en el Pacífico y la OTAN le da su bendición

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El secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, se reunió con el primer ministro japonés en Tokio para establecer las prioridades japonesas en materia de Defensa.

Japón ha comenzado a sacudirse el polvo de décadas de bajo perfil en materia de Defensa y ha comenzado a reconstruir una estructura militar eficaz que sirva de dique de contención ante la amenaza expansionista planteada por China y Rusia.
Las amenazas sobre Japón han sido una constante desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, que forzó a Tokio a entregar la defensa de su soberanía y de sus costas a Estados Unidos.
Sin embargo, el nuevo contexto internacional abierto tras la invasión rusa de Ucrania ha obligado a Japón a cambiar de doctrina de defensa.

Varias son las amenazas que recibe Japón y que lo convierten casi en un país asediado. Con China, Japón mantiene un contencioso por las islas Senkaku, situadas al norte de la isla de Taiwán, y que Pekín reclama como propias.
Las patrulleras chinas acosan a los pescadores japoneses en aguas de Senkaku y desafían la soberanía de Tokio.
La misma amenaza expansionista china sobre Taiwán supone una seria amenaza para la seguridad japonesa y para el equilibrio establecido tras la Segunda Guerra Mundial.
Entre la China comunista y el Japón capitalista existe también una rivalidad histórica por la influencia en el mar de China Meridional.
También permanecen los rencores históricos por la ocupación militar japonesa de China durante la Segunda Guerra Mundial y la conflictividad que plantea la existencia de dos regímenes opuestos en una misma región, un problema similar al padecido por Taiwán.
El desarrollo del poder militar chino se interpreta como una seria amenaza para la paz y la seguridad en las aguas que rodean Japón.
Con Rusia, Japón mantiene un conflicto territorial por la soberanía de las islas Kuriles, al norte de Japón, ocupadas por la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial y que Tokio reclama como territorio nipón.
La Federación Rusa mantiene la ocupación de las islas esenciales para garantizar la salida al Océano Pacífico de su flota con base en Vladivostok.
Por último, el desafío nuclear planteado por el régimen norcoreano con el lanzamiento de misiles balísticos en aguas del mar de Japón plantea un creciente desafío difícil de resolver sin la adecuada capacidad de disuasión militar.
La constitución postconflicto mundial obliga a Japón a no tener Ejército. En su lugar, sólo puede mantener unas Fuerzas de Autodefensa mínimas para garantizar su independencia.
Pero eso ha empezado a cambiar. Las crecientes amenazas procedentes de China, Rusia y Corea del Norte ha llevado al gobierno japonés a iniciar a forzar las costuras de su Constitución para dotarse de un verdadero Ejército.

Relación con la OTAN

Para hacer frente a estas cuestiones, el gobierno japonés encabezado por el primer ministro Fumio Kishida ha iniciado un fortalecimiento de su asociación con la OTAN.
El secretario general de la Alianza Atlántica inició este martes una visita en Japón en la que se ha puesto de relieve que la seguridad transatlántica y del Indo-Pacífico están «profundamente interconectadas», señaló un comunicado de la OTAN.
Stoltenberg no ocultó que el objetivo de la visita era afrontar los retos planteados por el expansionismo chino, la guerra rusa en Ucrania y la amenaza nuclear norcoreana: «Pekín está observando de cerca y aprendiendo lecciones que pueden influir en sus decisiones futuras», señaló.
Advirtió también de que las amenazas sobre las democracias en Asia han aumentado como consecuencia de la guerra rusa en Ucrania: «Lo que ocurre hoy en Europa puede ocurrir mañana en el este de Asia. Por eso debemos permanecer unidos y firmes, defendiendo juntos la libertad y la democracia».
En la declaración conjunta firmada tras el encuentro, Stoltenberg y Sishida expresaron su «preocupación por la creciente cooperación militar de Rusia con China», que incluye maniobras militares conjuntas junto a aguas japonesas.
Ante la creciente polarización global, Japón no ha dudado en alinearse con sus socios europeos y estadounidenses, secundó las sanciones contra la Rusia de Vladímir Putin y aprobó varios paquetes de ayuda a Ucrania.

Stoltenberg reconoció sentirse asombrado por los progresos japoneses en la modernización de sus capacidades de autodefensa: «Me han impresionado mucho las diferentes capacidades que se me han mostrado».
Este fortalecimiento de las relaciones entre Japón y la OTAN se traducirá en el establecimiento de una misión permanente independiente de Japón ante la OTAN, que funcionará como una embajada ante la Alianza Atlántica, una función que hasta ahora desempeñaba la embajada japonesa en Bruselas.
Recientemente, Japón aprobó una nueva «estrategia de seguridad nacional» que tiene como objetivo un refuerzo radical de las capacidades de defensa.

 

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