El estado de calamidad se decretó en las regiones de Calabarzon, Bicol, Bisayas y Bangsamoro para permitir así a los gobiernos locales utilizar fondos de emergencia en labores de rescate, recuperación, socorro y rehabilitación, así como para ofrecer servicios básicos a las poblaciones afectadas.
Con esta declaración también se impondrán controles a los precios de los productos básicos a fin de evitar la especulación, recogió el diario PhilStar.
Nalgae azotó principalmente el sur y suroeste del archipiélago filipino y dejó un saldo de al menos 141 muertos.
Más de 3,1 millones de personas se afectaron por la tormenta tropical, de ellas, casi 900 mil tuvieron que abandonar sus hogares debido a las inundaciones y los deslizamientos de tierra.
Los daños a la agricultura y a las infraestructuras se han estimado en más de 39 millones de euros, según la agencia nacional de Desastres.
Según la Agencia Meteorológica de Filipinas, la nación asiática se prepara para un nuevo temporal llamado Banyan, que entrará próximamente por la costa este y provocará más lluvias, aunque los expertos esperan que este segundo fenómeno, se degrade a depresión tropical.
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