El “superexpat”, la fórmula de Singapur para proteger a trabajadores locales

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Tras cerrarse al mundo durante casi un par de años por la pandemia, Singapur busca un nuevo paradigma en la fuerza laboral de la isla, admitiendo solo a extranjeros hípercualificados –los llamados “superexpats” (expatriados)- para proteger el empleo local, aunque ello arriesgue su condición de centro financiero regional.

A partir de septiembre de 2023, los extranjeros que quieran trabajar en Singapur deberán reunir una serie de características marcadas por un “sistema de puntos”, que incluirá factores como dónde han estudiado, sus habilidades y si su nacionalidad contribuye a la diversidad de la firma para la que quieren trabajar, según anunciaron el mes pasado las autoridades.

El salario mínimo exigido para contratarles también asciende una media de 500 dólares estadounidenses mensuales, hasta 4.000 en el sector financiero (y más de 8.000 al mes si el candidato supera los 45 años), unas medidas que suponen una de las mayores revisiones sobre la política de contratación de los llamados “expats” en la historia de la isla.

“Estamos intentando diferenciar el buen talento del talento realmente superior, que pueda complementar a nuestra fuerza laboral”, ha afirmado el ministro de Recursos Humanos, Tan See Leng.

AUEMENTO DE LA XENOFOBIA

Un planteamiento que no dista del de otros países, como Australia o Canadá, pero que en Singapur atiende a un momento especial: coincide con su salida de la época más aislada de la pandemia, cuya sacudida económica avivó la xenofobia y propició en los comicios de 2020 la mayor pérdida de escaños del gobernante Partido de Acción Popular (PAP) desde la independencia en 1965, con la oposición exigiendo más protección a los locales.

“Probablemente, la reapertura de fronteras de Singapur ha sido vista como una oportunidad para implantar nuevos estándares sobre quiénes entran en la ciudad-Estado, redefiniendo el talento que busca la isla mientras se aseguran empleos a los locales”, dice a EFE Laavanya Kathiravelu, profesora de estudios urbanos de la Universidad Tecnológica Nanyang de Singapur.

La percepción de que las multinacionales priorizan a los extranjeros viene de atrás, pero fue exacerbada por la crisis causada por el coronavirus, con la economía hundiéndose un histórico 5,8 por ciento en 2020 y la tasa de paro rondando entonces el 4 por ciento, casi el doble de lo habitual.

Aunque la idea de buscar fuera talento complementario al local no sea exclusiva de Singapur, cambios de peso en su política migratoria podrían mermar el éxito de una isla de 5,7 millones de habitantes sin más recursos que los humanos, la cual ha alcanzado altas cotas de desarrollo atrayendo a multinacionales a través de bajos impuestos y una población local educada en inglés.

LA FORMULA DEL PADRE DE LA PATRIA

Esa fue la fórmula del “padre” de la patria, Lee Kuan Yew, quien logró convertir en tiempo récord lo que no era más que una isla de pescadores en un país futurista -sede asiática de multinacionales como Google -, visión cuestionada ahora por una generación que se siente discriminada a la hora de acceder a los puestos más competitivos.

Hasta dos de cada cinco trabajadores eran extranjeros en Singapur en 2019, antes de la pandemia, y aunque los receptores de “pase de empleo” –diferente a visados como los concedidos a los inmigrantes que trabajan en la construcción- suponen solo el 14 por ciento de la fuerza laboral foránea, ocupan un alto porcentaje de roles directivos en las multinacionales.

No obstante, el cierre de fronteras durante los dos primeros años de pandemia generó un éxodo de “expats” considerable, y, según datos del pasado diciembre, los trabajadores de este colectivo han bajado a 161.700, 20.000 menos que en 2019 y el mínimo registrado en la pasada década.

ÉXODO DE EXPATRIADOS

Un éxodo que ha aumentado las oportunidades para los trabajadores locales –con hasta dos ofertas de trabajo por parado, según cifras del ministerio de Recursos Humanos del mes pasado-, aunque algunos expertos alertan de que un declive de “EPs” (las siglas en inglés de “pase de empleo”) podría traducirse en “una erosión de la competitividad de Singapur”.

Así lo advirtió Terence Ho, profesor de la Escuela Lee Kuan Yew de Política Pública, al diario The Straits Times, mientras la última encuesta del banco HSBC sobre los mejores lugares para “expats” sitúa a Singapur en el puesto número 9, tras ocupar el segundo en 2019, con caídas similares en otras clasificaciones de la misma temática.

Asumiendo que las nuevas medidas dificultarán la contratación de extranjeros, Singapur se enfrenta a un dilema: el de cómo continuar siendo un hub, para lo que necesita a entidades y personal foráneo, sobre todo cuando no ha dado con una alternativa a la visión de Lee Kuan Yew –cuyo hijo, Lee Hsien Loong, dirige ahora el país-, sin dejar de lado a su población local, mucho más cualificada que hace unas décadas.

Hay varios factores que soplan a su favor. Su apertura y adaptación a la “fase endémica” de la covid-19 han reforzado su atractivo, captando a firmas que han huido de su rival, Hong Kong -el otro centro financiero regional, aún cerrado por la política de “cero covid” de Pekín-, así como la inversión que la isla realiza en la formación de su ciudadanía para adaptarse a los sectores profesionales en boga. EFE

 

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