Profundamente tradicional y mayormente rural, la India tiene elementos particulares que conducen al crecimiento de la población y el crecimiento sin control de las familias de los estratos más vulnerables.
Una de ellas es la arraigada preferencia de las familias por tener hijos varones, un anhelo común de la sociedad patriarcal del país asiático que tienen como prioridad la perpetuación del legado.
Esto hace que las familias, especialmente en las zonas rurales, tengan tantos hijos como les sea posible, en búsqueda del hijo varón, declaró por su parte el sociólogo S.K. Chaudhury.
Dentro de una sociedad como la india esto «es un gran problema. La cultura no cambia de la noche a la mañana. Y aquí tiene que venir la conciencia de la población», agregó.
A juicio de Sharma, la India necesita un marco legal para la planificación de la población, diseñado de tal manera que no se convierta en un control rígido que termine afectando a la familia y los niños.
El primer ministro de la India, Narendra Modi, se ha referido ya en el pasado a la importancia del control de la natalidad y los problemas que el aumento de la población supone para las próximas generaciones, en términos de densidad y recursos disponibles.
Los efectos de una población como la india, que afronta todavía serios problemas de sanidad, infraestructura, y desarrollo, se hicieron sentir durante la pandemia del coronavirus.
Las escenas de la segunda ola de la enfermedad en el país, en mayo del año pasado, pusieron de manifiesto la fragilidad de un sistema saturado, insuficiente para atender a los miles de personas que acudían a los hospitales y los cientos de millones de enfermos que se sumaban cada día.