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Los fallecidos son exhumados tras haber vencido los cinco años de alquiler de sus nichos y sus restos arrojados a una fosa común
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Las cifras oficiales hablan de 7.000 drogadictos y camellos abatidos por la policía, aunque las organizaciones de derechos humanos han contado más de 30.000
Las víctimas de la cruzada antidroga en Filipinas tampoco han encontrado la paz en el cementerio. Sus cadáveres están siendo exhumados tras vencer el arrendamiento de las tumbas porque sus familiares carecen de ingresos para prorrogarlo. No es una operación delicada: las lápidas se revientan a martillazos y los restos se colocan en bolsas que serán arrojadas a una fosa común o cualquier rincón alejado de la vista.