Sergio Massa y Javier Milei se enfrentarán en la segunda vuelta de las elecciones argentinas

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Tras liderar por meses las encuestas, Javier Milei, un economista libertario de ultraderecha, obtuvo el segundo lugar en las elecciones argentinas del domingo. Milei irá a una segunda vuelta a celebrarse el próximo mes, la cual será una importante prueba de fuerza para el movimiento de ultraderecha global.

Milei, de 53 años, se enfrentará a Sergio Massa, de 51 años, el ministro de Economía de Argentina de centroizquierda, quien terminó en un sorpresivo primer lugar el domingo y quien ahora intentará persuadir a los votantes de que puede salvar a un país de 46 millones de habitantes de la crisis económica que su gobierno ayudó a crear.

Massa obtuvo el 36,6 por ciento de los votos, frente al 30 por ciento de Milei, con el 98 por ciento de los votos escrutados. Los candidatos necesitaban superar el 45 por ciento, o el 40 por ciento con un margen de victoria de 10 puntos, para evitar ir a una segunda vuelta.

Desde que ganó las elecciones primarias en agosto, Milei había liderado la mayoría de las encuestas, con Massa en segundo lugar. Sin embargo, muchos votantes demostraron el domingo que prefieren un candidato más conocido —Massa tiene más de dos décadas en la política argentina— que Milei, quien ha desarrollado una carrera como economista corporativo y luego como comentarista televisivo.

“Para Milei, esta debe ser una sorpresa”, dijo Ignacio Labaqui, un analista político argentino. Milei recibió casi el mismo porcentaje de votos que en las elecciones primarias, mientras que el apoyo a Massa creció tras una campaña enfocada en los peligros de una posible presidencia de Milei. “Massa tiene una oportunidad muy importante de ser el próximo presidente de la Argentina”, dijo Labaqui.

Milei ha dominado el debate nacional Argentina en los últimos meses gracias a su campaña impetuosa y desde una postura de outsider centrada en sus propuestas radicales de eliminar el banco central de Argentina y remplazar su moneda, el peso argentino, por el dólar estadounidense.

Esos planes habían obtenido el apoyo de millones de argentinos ya que la nación está en medio de su peor crisis económica en décadas. La pobreza está creciendo, la inflación anual se está acercando al 140 por ciento y el valor del peso se está desplomando. En abril de 2020, al inicio de la pandemia, con un dólar se compraban 80 pesos, utilizando un tipo de cambio no oficial basado en la percepción que el mercado tiene de la moneda. En vísperas de las elecciones, un dólar valía más de 1200 pesos.

“Vinimos a disputarle el poder a lo más nefasto que dio la historia de la democracia moderna”, dijo Milei a sus partidarios el domingo en la noche. “En frente tenemos una organización criminal, y que no va a dejar barbaridad por cometer con tal de sostenerse en el poder”.

Milei también ha captado la atención en Argentina y en el extranjero por su belicoso estilo político, el cual le ha generado comparaciones —las cuales acepta con beneplácito— con Donald J. Trump y Jair Bolsonaro, el expresidente de Brasil.

Milei ha realizado ataques duros y en ocasiones groseros contra la prensa, sus rivales y líderes extranjeros, ha hecho un llamado a una desregulación del mercado legal de armas y, en una entrevista reciente con el expresentador de Fox News Tucker Carlson, dijo que el cambio climático formaba parte de la “agenda socialista”.

También ha afirmado que fue víctima de un fraude electoral significativo en las elecciones primarias, aunque su campaña no presentó ninguna denuncia formal ante los funcionarios electorales, y ha respaldado las afirmaciones falsas de que las elecciones presidenciales más recientes en Estados Unidos y Brasil fueron robadas.

Massa quiso marcar un contraste con Milei el domingo por la noche. “No soy de los que les gusta insultar”, dijo. “Soy de los que creen en el diálogo, en los consensos”.

Abogado y político de larga experiencia, con una campaña presidencial fallida en su haber, Massa representa al establishment político al que Milei ha convertido en el villano de su campaña. Massa pertenece al movimiento político peronista, el cual ha gobernado Argentina durante 16 de los últimos 20 años.

Massa ha construido su campaña a partir de la promesa a los votantes de estabilidad, un contraste con el cambio radical que está ofreciendo Milei.

En un discurso ante sus partidarios el domingo por la noche, prometió un gobierno basado en “valores democráticos como la educación publica, como la independencia de poderes, como la construcción de valores institucionales que la Argentina merece”.

Sin embargo, también pasó parte de la campaña disculpándose por el manejo de la economía por parte de su partido.

Si bien algunos de los problemas recientes de Argentina se han visto agravados por la pandemia y una gran sequía, los funcionarios argentinos, durante años, han acumulado grandes déficits para financiar universidades gratuitas o fuertemente subsidiadas, atención médica y energía, así como para emplear a un gran sector público. Para poder costear eso, a menudo han recurrido a la impresión de más pesos, subcotizando el valor de la moneda.

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La pobreza en Argentina superó el 40 por ciento este año, frente al 36,5 por ciento del año anterior, mientras que muchos argentinos más ricos han visto caer el valor de sus ahorros en el mercado global.

La plataforma de Massa incluye pocos cambios importantes del enfoque económico del gobierno actual, y su propuesta principal implica una mayor producción de energía y extracción de litio.

El domingo, todo apuntaba a que Massa pudo combinar la base ferozmente leal del partido peronista con votantes más centristas preocupados por la capacidad de Milei para gobernar, una estrategia que también podría funcionar en la segunda vuelta.

“Me parece el menos malo dentro de las opciones que hay”, dijo Jorge Cernadas, de 64 años, justo después de votar por Massa en Buenos Aires. “No porque le tenga gran fe a ninguno en materia económica”.

Después de que se anunciaran los resultados el domingo por la noche, que mostraron a Massa en primer lugar, un encuentro frente a su sede electoral se convirtió en una fiesta pública. “Tenía mucho miedo, ahora tengo mucho alivio”, dijo Luciana Kerner, una conductora de Uber de 47 años.

El grupo de simpatizantes de Milei está compuesto en gran medida por votantes jóvenes hombres, entusiasmados con su retórica combativa y antisistema, y por argentinos mayores desesperados por un cambio.

“Por más de que no esté 100 por ciento de acuerdo con muchas cosas, es la persona más fiel a sí misma”, dijo Gabriel Silbeir, de 21 años, quien forma parte de las Fuerzas Armadas argentinas, desde un centro de votación el domingo.

Durante meses, las encuestas han mostrado que Milei vencería a Massa en una eventual segunda vuelta, pero esas mismas encuestas resultaron estar erradas el domingo. Según las encuestas, una tercera candidata, Patricia Bullrich, exministra de Seguridad de derecha, también parecía tener posibilidades de llegar a la segunda vuelta, pero fue eliminada el domingo tras recibir poco menos del 24 por ciento de los votos.

Milei tendrá ahora que atraer a casi todos los simpatizantes de Bullrich para poder vencer a Massa, dijo Labaqui. Si bien Massa obtuvo el primer lugar en las elecciones de este domingo, sigue habiendo un fuerte sentimiento antiperonista por todo el país, tras una serie de escándalos de corrupción y crisis económicas.

Es poco probable que una presidencia de Massa conduzca a muchos cambios importantes para Argentina, mientras que una presidencia de Milei podría conmocionar la política y la economía de la nación.

De ser elegido, Milei ha prometido realizar una serie de modificaciones drásticas de libre mercado. Quiere reducir impuestos, eliminar regulaciones, privatizar industrias estatales, cerrar 10 de los 18 ministerios federales, cambiar la educación pública a un sistema de vouchers y recortar el gasto federal en un 15 por ciento del producto interno bruto de Argentina.

Sus propuestas más importantes son eliminar el banco central de Argentina y el peso argentino, lo cual, según Milei, acabaría con la inflación.

Sin embargo, a muchos economistas les preocupa que las teorías económicas libertarias de Milei, que tienen poco historial de aplicación en el mundo real, puedan en cambio infligir aún más daño a una economía ya de por sí frágil, una de las más grandes de América Latina.

Emmanuel Alvarez Agis, exviceministro de Economía de Argentina durante un gobierno de izquierda, afirmó que las propuestas económicas de Milei serían una especie de experimento. “Y nosotros seríamos los ratones”, añadió. “Nosotros, los 46 millones de habitantes”.

Varios economistas han dicho que dolarizar la economía muy probablemente requiera de un enorme flujo de dólares, pero no se sabe con certeza dónde podría Argentina obtener una inversión de esa escala. El país ya tiene problemas para pagar una deuda de 44.000 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional.

Milei tampoco tendría mucho apoyo en el Congreso, aunque ha afirmado que tiene pensado someter el tema a un referendo nacional.

Milei también ha llamado la atención por su personalidad excéntrica. Sus simpatizantes le han puesto el apodo de “el Peluca” por su cabello revoltoso (otra similitud con Trump) y han apoyado su amor por sus cinco perros mastines clonados, cuatro de los cuales llevan nombres de economistas conservadores.

Antes de que se anunciaran los resultados el domingo, el comando de campaña de Milei ya se estaba quejando de algunos reportes de fraude electoral, afirmando que había recibido 4500 informes de boletas robadas o dañadas del partido de Milei.

Tras su segundo lugar, algunos de sus simpatizantes expresaron acusaciones similares. “Hubo fraude”, afirmó el domingo Rocio Baier, una analista de sistemas de 35 años y partidaria de Milei, frente a la sede de campaña en Buenos Aires. “A Milei le fue muy bien en las PASO, y ahora hay una clara diferencia. No me cierra”.

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