La inflación subyacente al consumidor de Japón alcanzó un nuevo máximo de cuatro décadas, ya que las empresas siguieron trasladando el aumento de los costos a los hogares, mostraron los datos, una señal de que las subidas de precios se estaban ampliando y podrían mantener al banco central bajo presión para que reduzca su masivo estímulo.
Meses antes del sorpresivo ajuste del martes a su política de control de los rendimientos de la deuda, las autoridades del Banco de Japón (BOJ, por su sigla en inglés) habían discutido el posible impacto en el mercado de una futura salida de las tasas de interés ultra bajas, mostraron el viernes las minutas de su reunión de octubre.
Si bien muchos minoristas prevén nuevas subidas de los productos alimentarios el año que viene, las perspectivas de inflación y el calendario de nuevos ajustes de la política del BOJ se ven enturbiados por el riesgo a una recesión mundial y la incertidumbre sobre el ritmo de las subidas salariales, según los analistas.
«El obstáculo para la normalización de la política no es bajo. La economía mundial puede empeorar en el primer semestre del próximo año, lo que dificultará que el Banco de Japón tome medidas que puedan interpretarse como un endurecimiento de la política monetaria», afirma Takeshi Minami, economista jefe del Instituto de Investigación Norinchukin.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) subyacente de Japón, que excluye los volátiles alimentos frescos pero incluye los costos energéticos, subió un 3,7% en noviembre con respecto al año anterior, mostraron los datos el viernes, igualando las previsiones del mercado y por sobre la subida del 3,6% de octubre.
Se trata del mayor aumento desde el 4,0% registrado en diciembre de 1981, cuando la inflación aún era alta por el impacto de la crisis del petróleo de 1979 y el auge de la economía.
Aparte de las facturas de servicios públicos, subieron los precios de una amplia gama de productos, desde el pollo frito a los teléfonos inteligentes, pasando por los aparatos de aire acondicionado, en una señal de la creciente presión inflacionaria, mostraron los datos.
Muchos analistas esperan que la inflación subyacente de los precios al consumidor vuelva a acercarse al objetivo del 2% fijado por el Banco de Japón para el próximo año, a medida que se disipe el efecto de base de las anteriores subidas de los precios de los combustibles y entre en vigor a partir de febrero el impacto de los subsidios gubernamentales para frenar los precios de la electricidad.
El índice que excluye los precios de los alimentos frescos y de la energía subió un 2,8% en noviembre respecto al año anterior, acelerándose respecto del aumento de 2,5% registrado en octubre.