Japón cobrará por subir al monte Fuji. El motivo: evitar que la masificación turística lo convierta en un enorme basurero

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«Esto es como Disneyland, hay demasiada gente». La frase es de Tomoyo Takahashi y aunque por su tono y contenido bien podría referirse a un nuevo parque de atracciones, una playa concurrida o algún gran icono turístico europeo, como la Torre Eiffel o la Sagrada Familia, sus quejas sobre la masificación se centran en otro punto bien distinto: el monte Fuji, el pico de 3.776 metros convertido en símbolo nacional de Japón y que desde 2013 cuenta con el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

A pesar de que coronar el Fuji no está al alcance de cualquiera, Japón ve desde hace años cómo la montaña sufre los efectos de una turistificación descontrolada, lo que se traduce en hordas de visitantes, toneladas de basura e incluso llamadas para rescatara montañistas que, en ocasiones por ir mal vestidos o sin el entrenamiento suficiente, sufren mal de altura e hipotermia.

Ahora Japón ha dicho basta. El país limitará el número de quienes ascienden al monte Fuji y ha decidido además empezar a cobrarles en cuanto arranque la temporada de escalada, el próximo verano.

Si subes, pagas. Esa es en esencia la política que han decidido aplicar a partir de ahora las autoridades niponas en el monte Fuji. Aunque con matices importantes. Lo que ha acordado por unanimidad la asamblea de la prefectura de Yamanashi es exigir un peaje de 2.000 yenes, unos 12,3 euros, a quienes quieran ascender al Fuji desde el sendero Yoshida. La decisión es importante porque esa ruta es una de las más populares para los visitantes, sobre todo porque puede accederse a él con facilidad desde Tokio.

Más allá de las donacionesLa BBC estima que a día de hoy el 60% de los escaladores que se acercan al Fuji optan por Yoshida. Quienes quieran esquivar el pago podrán usar aún otras tres rutas localizadas en la prefectura vecina de Shizuoka y que, al menos de momento, siguen siendo gratuitas. Hasta ahora a los escaladores se les pedía únicamente una donación de 1.000 yenes (6,14 euros), una aportación voluntaria y con la que no todos cumplían.

«No todo el mundo la paga y eso me entristece. Debería haber una tarifa de acceso obligatoria mucho más alta para que solo vengan visitantes que realmente aprecien el patrimonio del Fuji», explicaba en septiembre a la CNN Tomoto Takashi, que trabaja  en la conservación del monte. Parece no haber sido el único con una idea similar en Japón. A partir del 1 julio entrará en vigor la nueva norma decretada por las autoridades de Yamanashi, lo que no quita que los funcionarios sigan pidiendo la donación de 1.000 yenes para el mantenimiento y conservación de la montaña. Eso con independencia del nuevo peaje obligatorio de 2.000 yenes.

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