China se atasca en una trampa de liquidez que deja a Pekín casi sin armas ante la peor crisis desde 1976

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La economía de China se enfrenta a una de las situaciones más complejas en casi cincuenta años. Frente a ocasiones anteriores, Pekín tendrá que lidiar con esta amenaza sin una de las armas más importantes: la política monetaria. La economía se está desacelerando a marchas forzadas en medio de una crisis inmobiliaria que se complica. Mientras tanto, la desaceleración global se ha convertido en una seria amenaza para el comercio internacional, uno de los pilares de la economía china. Son muchos frentes abiertos y poco margen para combatir. Pekín tendrá que fiarlo todo a una política fiscal que, según los expertos, tampoco cuenta con demasiado margen para salir al rescate de la economía.

 

La inflación se encuentra disparada en medio mundo. Sin embargo, en China los precios parecen totalmente bajo control. Esta ‘excepción’ otorga margen al Banco Popular de China para intentar estimular la demanda y echar un cable al sector inmobiliario a través de inyecciones de liquidez y bajadas de tipos. Esto es algo que EEUU o Europa no pueden hacer, puesto que supondría echar más gasolina al fuego de la inflación.

Como dice el refrán, Dios da pan a quien no tiene dientes. Pekín puede usar su política monetaria para estimular la economía, pero todo hace indicar que estos esfuerzos están siendo inútiles. China parece estar inmersa en una trampa de liquidez. Los tipos bajan y la liquidez inunda el mercado (de ahí no pasa), pero las familias, los bancos y las empresas (muy endeudadas ya) se mantienen cautas y no están usando este crédito barato ni para consumir ni para invertir. Mientras tanto, el PIB se estanca (creció un 0,4% interanual en el último trimestre). Pekín se queda sin armas para enfrentarse al que podría ser el menor crecimiento económico desde 1976 (un crecimiento por debajo del 2,2%).

Desde Caixin Global explican que la falta de apetito por la deuda está complicando los esfuerzos del gobierno para reactivar el crecimiento de una economía golpeada por los efectos de la política «cero-Covid», la crisis del inmobiliario y la una creciente angustia financiera entre las empresas y los gobiernos locales.

El Banco Popular de China (PBoC) ha utilizado casi todos los instrumentos de su caja de herramientas para tratar de aumentar la demanda de préstamos: recortes de tipos de interés; préstamos subvencionados; facilidades de préstamo específicas, programas de refinanciación; e inyecciones de liquidez en el sistema bancario a través de recortes en los coeficientes de encaje legal de los bancos (coeficiente de reservas) y operaciones de mercado abierto. Pero la inversión y el consumo no levantan cabeza.

Ahora hemos entrado en aguas desconocidas», asegura a Caixin Lu Zhengwei, economista jefe de Industrial Bank. «Esta es una situación que no se veía desde las reformas emprendidas en 1978. El sector inmobiliario ya no puede absorber tanta inversión y su papel como acelerador de la expansión del crédito se ha debilitado». Mientras tanto, la economía podría acabar el 2022 con un crecimiento de entre el 2 y el 2,5%, lo que sería la tasa más baja en casi 50 años.

El PBoC se enfrenta al desafío de una «trampa de liquidez parcial», asegura Alicia García-Herrero, economista jefe para Asia Pacífico de Natixis, ya que los tipos de interés no son lo suficientemente bajos como para definir la situación como una trampa de liquidez al estilo de Japón, pero «el efectivo permanece atrapado en los bancos más grandes».

García-Herrero explica en un informe publicado en septiembre, que el PBoC ha adoptado una postura acomodaticia desde principios de año. De hecho, el banco central ha recortado el tipo de intervención de los préstamos a uno y cinco años, dos y tres veces, respectivamente, para reducir los costes de financiación para el sector corporativo y para las hipotecas. También ha reducido el coeficiente de reservas obligatorias para liberar más liquidez.

No obstante, Garcia-Herrero advierte que «empujar los tipos demasiado abajo puede tener una serie de efectos contrarios. El primero tiene que ver con la salud financiera de los bancos chinos. Los bancos pueden ver reducido su margen de interés neto en un momento en que la calidad de sus activos y, por lo tanto, la rentabilidad, está empeorando», asegura la experta.

El PBoC se distancia de la Fed

«Además, dada la postura agresiva de la Reserva Federal y el diferencial de rendimientos cada vez menos atractivo entre China y EEUU, las salidas de capital pueden aumentar y afectar aún más al renminbi. En otras palabras, el PBoC está en un aprieto. Necesita reducir los tipos para respaldar la economía (sin éxito asegurado), pero se enfrenta a demasiadas limitaciones para hacerlo», advierte la economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico. China ya ha puesto a sus bancos en alerta para que salgan al rescate del yuan si fuera necesario.

La situación se complica por momentos. Pese a todos los esfuerzos del banco central chino por estimular la inversión, son muchas las promotoras que están dejando sus proyectos de construcción a medias por supuesta falta de liquidez y un exceso de deuda. Esto ha llevado a que cientos de familias (que habían pagado por adelantado esas viviendas) se hayan manifestado en algunas ciudades de China. El caos es tal que algunas familias se han marchado a esas viviendas sin terminar, pese al riesgo que supone para su integridad, según ha publicado Reuters hace escasos días.

De esta forma, estas familias buscan presionar a los promotores y a las autoridades para que terminen estas viviendas cuanto antes. El Instituto de Investigación Inmobiliaria E-House de Shanghai estimó en julio que los proyectos estancados representan el 3,85% del mercado inmobiliario de China en la primera mitad de 2022, lo que equivale a un área de 231 millones de metros cuadrados.

Esto es solo una representación real de lo que está ocurriendo en China. Empresas endeudadas que no tienen liquidez para terminar proyectos, bancos con mucha liquidez que no se atreven a prestar a estas empresas tan endeudadas, y algunas empresas que pese a necesitar la liquidez prefieren no endeudarse aunque tengan que detener parcialmente sus operaciones. La última encuesta realizada por el banco central de China revela que cada vez un menor número de hogares está dispuesto a endeudarse, mientras que una creciente proporción opta por el ahorro. Esto, que a primera vista parece muy positivo, analizado desde la lógica de un presupuesto familiar, en términos agregados supondrá un mayor deterioro de la economía china en el corto plazo.

Pekín presiona a bancos y empresas

El PBoC está intentando empujar a los bancos para que concedan crédito a todas esas empresas que se están ahogando por las deudas. Aunque esto podría salvar la situación en el corto plazo, los expertos creen que solo agravaría el problema en el largo, puesto que supondría un nuevo incremento de la deuda.

Desde Pekín están intentando evitar una explosión total del inmobiliario y la economía. Para ello, el banco central de China se ha comprometido a expandir un programa de préstamos especiales para garantizar la entrega de estos proyectos de vivienda retrasados y ha pedido a los bancos que brinden apoyo financiero para este esfuerzo.

«El cuarto trimestre será un momento crítico para avanzar en la reanudación de la construcción», asegura Chen Wenjing, director asociado de investigación de China Index Holdings. «Si la macroeconomía se estabiliza y las medidas de apoyo se implementan bien, la caída de las ventas de viviendas este año puede reducirse a alrededor del 20% en una señal de estabilización».

Este mes de octubre será también vital para conocer qué medidas está dispuesta a implementar Pekín para superar la trampa de liquidez parcial que sufre la economía y hasta dónde van a llegar con la política fiscal para sostener la economía. Xiangrong Yu, economista de Citi, explica en una nota que el 20º Congreso del Partido Comunista de China, que comenzará el 16 de octubre, será el evento político más importante de China de la década. Según este experto se ofrecerán algunas pistas para el nuevo equipo económico. Además, el Informe Político que entregará el Secretario General, Xi Jinping, trazará un plan para China para los próximos cinco años y hasta 2035.

«Comienza un nuevo ciclo de economía política: las incertidumbres políticas pueden disminuir después del Congreso del Partido a medida que Pekín redirige la estrategia de su desarrollo económico. Específicamente, podemos ver más mejoras en la implementación de políticas. También podría surgir una ventana de oportunidad para reflexionar sobre las estrategias dinámicas de Covid-cero (que están hundiendo la economía)… es probable que el nuevo equipo económico también elabore un enfoque holístico para abordar los problemas en el sector de la vivienda, el más importante para la economía china», sentencia el experto del banco americano.

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