Según autoridades, dicho estudio debe realizarse a fondo pues resulta esencial para poder diseñar el plan de desmantelamiento de la planta, que durará décadas, teniendo en cuenta los niveles de radiactividad actual y la estructura química de los desechos allí generados.
El proceso de eliminación de los restos de combustible se considera la etapa más difícil de los trabajos de desmantelamiento y Tepco –operador de la averiada planta- tuvo que suspender la compleja operación de recolección de muestras varias veces a lo largo de este año.
La maniobra recién concluida apuntó a extraer diminutas partes en los tres reactores que sufrieron fusión de núcleo en 2011 luego de un gran terremoto y tsunami, sin embargo, solo fue posible llegar a uno y colectar menos de 0,7 gramos.
Durante una conferencia de prensa, el encargado de la desactivación por parte de Tepco, Akiro Ono, explicó que el análisis debe arrojar datos sobre cómo los restos de combustible se formaron y qué necesitamos saber en el futuro cuando se procedan a eliminar a gran escala.
Varios expertos creen que los reactores uno, dos y tres de Fukushima Daiichi albergan unas 880 toneladas de escombros, como se define en este caso a la mezcla de combustible nuclear fundido con material perteneciente a la estructura del reactor.
Los niveles de radiación en el sitio resultan extremadamente altos, lo cual dificultará el retiro de los escombros de la central, cuya tragedia es vista como uno de los peores accidentes nucleares de la historia.