Las tensiones con China se cuelan en las elecciones de Australia

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Australia acude este sábado a las urnas para elegir al próximo gobierno en unas elecciones donde China, su principal socio comercial, ha cobrado un gran protagonismo por el temor que genera la ascendente influencia de Pekín en el Pacífico, región históricamente dominada por Camberra.

A falta de tres días para los comicios, las encuestas reflejan una gran igualdad, con el Partido Laborista liderado por Anthony Albanese apenas dos puntos por encima de la coalición Liberal-Nacional que encabeza el primer ministro, Scott Morrison.

Desde hace años, Australia mira de reojo al gigante asiático, con quien ha protagonizado varios choques diplomáticos desde 2018 y que más recientemente ha elevado el tono a raíz de la súbita imposición de aranceles sobre varios productos australianos.

Tanto la coalición Liberal-Nacional, en el gobierno desde 2013, como el opositor Partido Laborista observan a Pekín como una amenaza, aunque la manera de abordar las tensiones es diferente entre las dos plataformas que se turnan el poder en el país oceánico.

«China ha cambiado su posición con (su presidente) Xi (Jinping)», declaró este miércoles Albanese, en un discurso ante el Club de la Prensa en Camberra al insistir que «Australia se tiene que ajustar a eso» porque «la relación con China seguirá siendo un reto al margen de quien gane las elecciones».

El primer ministro, Scott Morrison, en busca de su reelección, ha aumentado en las últimas semanas el tono frente al gigante asiático, haciendo hincapié en sus credenciales para defender los intereses nacionales y gestionar la seguridad nacional.

El pasado viernes y en plena campaña electoral, el ministro de Defensa, Peter Dutton, informó que un barco de vigilancia chino navegó cerca de una base de la Armada australiana, cuyo uso comparte con el Ejército de Estados Unidos, «para recopilar (información de) inteligencia», sin dar detalles.

Pero, las dos principales fuerzas políticas mantienen un consenso respecto a China en «lo sustancial», según Elena Collinson, experta en relaciones sino-australianas de la Universidad de Tecnología de Sídney, quien indicó en un artículo publicado la víspera por el Instituto Australiano de Relaciones Internacionales que la diferencia está «en la manera en que se van a implementar las políticas».

La coalición gobernante se niega a «desescalar» las tensiones con China, a quien acusa de «coerción económica»- según dijo el viernes pasado en un debate ante el Club de la Prensa de Camberra la titular de Exteriores, Marise Payne.

Por su lado, la portavoz de Exteriores de los laboristas, Penny Wong, recalcó en ese debate con Payne que su partido buscará reforzar los lazos con el Pacífico y el Sudeste Asiático para «remodelar la región en la que vivimos».

AMENAZA CHINA

La percepción de que China es una amenaza ha ido en alza en Australia, donde un 63 % de sus 25 millones de habitantes lo ven como «un desafío para la seguridad» del país oceánico, según una encuesta del Instituto Lowy de 2021, que revela un incremento de 22 puntos porcentuales respecto al año anterior.

China ha logrado recientemente extender su influencia en varios países del Pacífico como Kiribati e Islas Salomón, que virado su política exterior para reconocer a Pekín en lugar de a su aliado histórico Taiwán.

Esta influencia en la región, clave en la ruta marítima del comercio mundial y vinculada estrechamente a Australia, registró a mediados de abril un fuerte impulso gracias al pacto de seguridad anunciado entre China e Islas Salomón, que permite a esta nación del Pacífico solicitar el envío de tropas chinas al país.

Camberra y otros países, como Nueva Zelanda y Estados Unidos, desconfían de este opaco acuerdo y temen la posibilidad de que el gigante asiático lo utilice para establecer bases militares y facilitar la presencia de barcos militares chinos en el Pacífico.

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