China registra el nivel más bajo de inversión extranjera en dos décadas

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La inversión extranjera directa en China (IED) está bajo mínimos. En concreto, el año pasado se hundió a su nivel más bajo en 23 años, según los datos facilitados por el gobierno de Xi Jinping.

En concreto, el gigante asiático dejó de recibir 42.700 millones de dólares menos (unos 40.000 millones euros), es decir, menos de una cuarta parte de la que registraron al cierre del ejercicio del año 2022. El último resultado fue revisado al alza con respecto a la cifra preliminar de 33.000 millones de dólares publicada por la Administración Estatal de Divisas el mes pasado.

Un indicador diferente a las publicaciones de inversiones en el extranjero realizado por el Ministerio de Comercio muestra que la IED total utilizada en China, es decir, las cuentas financieras y de capital de China que reflejan el flujo monetario que entra y sale del continente ligados a entidades foráneas, cayó un 8% a 1,1 billones de yuanes en 2023, es decir, unos 156.000 millones de dólares.

Según datos de SAFE, la inversión en valores de entidades extranjeras en el continente ascendió a una entrada neta de 14.100 millones de dólares el año pasado, revirtiendo una salida neta de 109.000 millones de dólares en 2022. Esto puede atribuirse principalmente a una recuperación de la inversión extranjera en bonos chinos, que registró una entrada neta de 6.600 millones de dólares el año pasado, revirtiendo una salida neta de 147.400 millones de dólares el año anterior.

La reunión anual de la Asamblea Popular China (APN) y la Conferencia Consultiva del Pueblo Chino (CCPPCh), conocidas como las dos sesiones, realizadas a principios del mes de marzo concluyeron con un informe que presentó el primer ministro chino, Li Qiang, ante los miembros del partido en el que propuso reducir la lista negra de las inversiones extranjeras, sobre todo en el sector manufacturero, y facilitar el acceso al mercado en telecomunicaciones, asistencia médica y otros servicios. Lo que supone un aperturismo «impresionante» según reflejaba un editorial de Caixin.

Pero ya en agosto empezaron a atajar el problema de la desinversión extranjera con la famosa directriz de 24 puntos, que prometía que las empresas extranjeras tendrían el mismo apoyo gubernamental que las compañías nativas de China.

Lo que pasa que la economía china está intentando recuperarse de las duras restricciones de la pandemia. Las preocupaciones a largo plazo sobre las perspectivas de crecimiento de China y el deterioro del entorno empresarial alimentado por crecientes tensiones geopolíticas, en particular con Estados Unidos, también han afectado la inversión extranjera en el país.

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