La campaña presidencial en Argentina ingresa en su tensa semana final

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La caliente campaña para las elecciones presidenciales de Argentina, que se celebran el 22 de octubre, ingresó este domingo en su última semana, con los tres principales candidatos a la caza de votos de un electorado donde prima la división y un creciente temor por el rumbo que tomará la ya maltrecha economía argentina.

Solo restan siete días para unos comicios a los que 35.8 millones de argentinos están convocados a participar para elegir presidente y vicepresidente que regirán los destinos del país desde el 10 de diciembre y por un mandato de cuatro años, además de renovar parcialmente la composición del Congreso y elegir parlamentarios del Mercosur.

La elección, que se celebra en coincidencia con los 40 años del retorno de Argentina a la democracia, viene precedida por unos comicios primarios desarrollados en agosto cuyo resultado evidenció un electorado partido en tres tercios y sorprendió al posicionar al economista libertario Javier Milei como el candidato más votado en esa instancia.

La mayoría de los sondeos conocidos hasta este sábado -fecha límite legal para publicar encuestas- ubica en primer lugar a Milei (La Libertad Avanza, ultraderecha), seguido por el ministro de Economía, Sergio Massa (Unión por la Patria, peronismo gobernante) y dejando en tercer lugar a Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio, centroderecha).

Los porcentajes de intención de voto medidos por las encuestadoras hacen prever que será necesario celebrar una segunda vuelta electoral, previsiblemente entre Milei y Massa, el 19 de noviembre.

La ley electoral argentina establece que para imponerse en primera vuelta un candidato necesita obtener el 45% de los votos, o bien el 40% y diez puntos de ventaja sobre el segundo postulante más votado.

De los sondeos publicados hasta este sábado, ninguno prevé que Milei logre esa posibilidad, pero tampoco ninguna encuestadora fue capaz de vaticinar el caudal de sufragios conquistado por el economista libertario en las primarias (29.86 %), por lo que el escenario no excluye sorpresas en la elección del próximo domingo y que pueda salir vencedor en primera vuelta.

Así las cosas, los tres principales candidatos se esfuerzan por romper a su favor el tablero de los “tres tercios”: multiplican sus apariciones en medios, redes sociales y recorridas por el país, mientras alistan sus actos de cierre de campaña y su artillería proselitista final para ser desplegada antes de la mañana del próximo viernes, cuando comenzará a regir el período de reflexión.

Todo hace prever unas jornadas de alto voltaje político como las de la semana pasada, cuando el duelo electoral se endureció al calor de las turbulencias en el mercado cambiario y que el oficialismo achacó a Milei y a otros dirigentes de su formación por declaraciones de estos sugiriendo deshacer inversiones en moneda argentina.

La controversia incluyó hasta una denuncia judicial por parte del presidente argentino, Alberto Fernández, a Milei, quien propone la dolarización como salida a los severos desequilibrios de la economía argentina, que incluyen una inflación que trepó en septiembre al 138.3% interanual.

La disputa política no rebaja, sino que alimenta aún más la fuerte incertidumbre que prima entre empresarios, inversores financieros y todo ciudadano sobre los efectos adversos de las medidas que podrían adoptar en materia económica cualquiera de los tres principales candidatos en caso de acceder a la Casa Rosada.

El temor a más devaluación, el fantasma de una hiperinflación y el miedo a un potencial desborde social rondan en la densa atmósfera de los días previos a la elección.

De acuerdo al último Monitor de Humor Social y Político elaborado por la consultora D’Alessio IROL/Berensztein, un 55 % de los argentinos piensa que la situación económica será peor que la actual.

De acuerdo al sondeo, la inflación es el problema que más preocupa a los argentinos (91%), mientras que la inseguridad y la incertidumbre por la situación económica comparten el segundo puesto (73%).

Un cúmulo de preocupaciones que acompañarán hasta la mesa de votación a un electorado donde cuatro de cada diez ciudadanos actualmente es pobre.

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