Visita de Lula da Silva a Xi Jinping: el mercado brasileño teme una invasión de productos chinos

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Es el segundo viaje de Lula a China en su tercer mandato. El motivo oficial de la visita del presidente brasileño es su participación en la cuarta reunión ministerial del Foro China-CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y un encuentro bilateral con su homólogo Xi Jinping, tras el que tuvo lugar en el G20 de Río de Janeiro el pasado noviembre. Según la diplomacia de los dos países, Brasil y China firmarán 16 acuerdos bilaterales; otros 32 están en negociación y podrían añadirse a la lista. Para el Gobierno de Lula, este viaje tiene sobre todo una fuerte connotación económica pero muchos sectores económicos de Brasil alertan del riesgo de un efecto boomerang, es decir, una invasión de productos chinos y un mayor control de Pekín de sectores estratégicos del país latinoamericano y de sus recursos. Entre los objetivos declarados del gobierno de Lula en este viaje está el de ampliar la variedad de intercambios comerciales. Las exportaciones brasileñas a China siguen muy concentradas en materias primas. Según datos de la Agencia Brasileña de Promoción del Comercio y la Inversión (Apex), del volumen total exportado, la soja representa el 33,4%, el petróleo crudo el 21,2% y el mineral de hierro el 21,1%. Estos tres productos representan el 75,6% del volumen total exportado por Brasil al país asiático.Al viaje de Lula también participa una amplia delegación de unos 400 empresarios, entre ellos más de 150 representantes del sector agroindustrial con el ministro brasileño de Agricultura, Carlos Fávaro. El objetivo es aprovechar la crisis creada por las sanciones de Trump para ampliar las exportaciones hacia Pekín más allá de la carne y la soja, de las que China es el principal comprador. Al menos nueve sectores están representados en la delegación brasileña: vacuno, avícola y porcino, maíz, etanol de maíz y DDG (residuo de destilación), frutas, café, algodón, cítricos y biotecnología. En 2024, las exportaciones brasileñas a China se acercaron a los 50.000 millones de dólares. Sin embargo, muchos advierten que si Brasil incrementará las exportaciones agrícolas a China, podría pagar un alto precio interno, como la disminución de alimentos para el mercado nacional. Basta analizar los datos de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) de los últimos 19 años, que registraron una disminución del 43% en el área cultivada con arroz y del 32% para la de frijoles, ambos alimentos esenciales en la mesa de los brasileños. En el mismo periodo, el cultivo de soja creció un 108% y el de maíz un 63%, justo por la presión importadora de Pekín, que es un gran consumidor de ambos ítems. La apertura anunciada por China a finales de abril al mercado brasileño de la llamada pesca extractiva, es decir, la que no es de piscifactoría, también podría repercutir en los recursos pesqueros del país destinados al mercado interno, ya amenazados por la pesca ilegal de Pekín.El riesgo de una invasión de productos chinos a precios competitivos sigue siendo alto. En el primer trimestre de este año, las importaciones de productos de Pekín en Brasil alcanzaron un nivel récord, sumando un total de 19.058 millones de dólares. Esto representa un aumento del 34,9% en comparación con el mismo periodo de 2024 (14.124 millones de dólares), según datos del Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios de Brasil. También expresó su preocupación Gino Paulucci Junior, presidente de la junta directiva de la Asociación Brasileña de la Industria de Maquinaria y Equipamiento (Abimaq), que teme una invasión de maquinaria china barata en Brasil. “China es un importante productor de tractores y aperos agrícolas. Si tienen que tirar algo que está listo o en las fases finales de producción, vendrán aquí”, declaró al sitio de noticias Metrópoles.El pasado 16 de abril, el vicepresidente Geraldo Alckmin, sin mencionar ningún país, había comentado los aranceles de Trump diciendo que “el gobierno brasileño monitoreará los picos de importación”. Ese mismo día, la empresa automovilística china GWM descargó 900 coches en Brasil en el puerto de Victoria, en el estado de Espirito Santo, como lleva haciendo desde hace meses la empresa china BYD en previsión del esperado aumento de Brasil de los impuestos a la importación. BYD presentó recientemente dos solicitudes a la Cámara de Comercio Exterior de Brasil (Camex), organismo compuesto por 11 ministerios, para que reduzca los aranceles de importación y no los aumente hasta el 35%, como está previsto en julio de 2026. “Es una afrenta y una falta de respeto hacia el Estado brasileño y hacia los trabajadores y todo el sector”, declaró Igor Calvet, de la Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles, al diario O Estado de São Paulo. Según Calvet, “Brasil ha perdido cuota de mercado en América Latina en los últimos diez años. Antes teníamos el 25% del mercado de vehículos de motor, que incluye coches ligeros, camiones y autobuses. Hoy estamos en el 13%. China tiene el 25%”.Antes de la visita de Lula a China, el ministro de la Casa Civil, Rui Costa, viajó para preparar las principales negociaciones. Entre ellas se encuentra la del corredor bioceánico que conectará América Latina con el océano Pacífico, pasando por Argentina, Brasil, Chile y Paraguay. Para Pekín, un corredor crucial para el éxito del megapuerto de Chancay, en Perú. Según los expertos, sin una conexión directa con Brasil, que es el principal socio comercial de China en la región, el puerto peruano puede perder su papel estratégico para el gobierno de Xi Jinping a largo plazo, considerando que la mayoría de las exportaciones brasileñas se realizan actualmente a través del océano Atlántico. El problema es que el corredor bioceánico está permitiendo a Pekín aumentar su control en áreas estratégicas de las infraestructuras del gigante latinoamericano. No es casualidad que a finales de abril una delegación china llegó a Brasil para explorar nuevas oportunidades de inversión en infraestructuras viarias, ferroviarias y fluviales en la Amazonia, cruciales para la puesta en marcha del corredor bioceánico.

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