Siete presidentes en nueve años: el síntoma de una democracia agotada
El Congreso de Perú destituyó a la presidenta Dina Boluarte en un proceso exprés que refleja, una vez más, la fragilidad del sistema político peruano. La moción de “incapacidad moral permanente”, aprobada por una amplia mayoría de los partidos conservadores —incluido el fujimorismo—, puso fin a un mandato marcado por la represión, los escándalos y el fracaso en contener la ola de violencia que asfixia al país.
Dina Boluarte cae. José Jerí asume como mandatario interino. Perú vuelve a empezar, otra vez
El nuevo presidente interino, José Jerí, hasta ahora titular del Congreso, asumió el poder con el compromiso de “reconciliación nacional” y de conducir al país hasta las elecciones de abril de 2026. Sin embargo, su llegada al Palacio de Gobierno ocurre en medio de un clima de desconfianza, agravado por su propio pasado judicial y por la percepción generalizada de que la política peruana se ha convertido en un juego de supervivencia.
Un final anunciado
La caída de Boluarte fue el desenlace de una serie de crisis encadenadas. Llegó al poder tras el fallido autogolpe de Pedro Castillo en 2022 y logró mantenerse gracias a una alianza táctica con los mismos sectores conservadores que hoy propiciaron su salida. Durante casi tres años, su gobierno estuvo marcado por la represión de las protestas sociales, los escándalos de corrupción y una creciente crisis de seguridad interna, especialmente por el avance del sicariato y la extorsión.
Entre la violencia y la desconfianza, Perú enfrenta otro giro político sin horizonte claro
El atentado contra la banda de cumbia Agua Marina, ocurrido en un recinto militar en Lima, fue el punto de quiebre. El ataque, que dejó varios heridos y puso en evidencia la incapacidad del Estado para garantizar la seguridad incluso en espacios protegidos, generó una ola de indignación que precipitó la votación parlamentaria.
El agotamiento del sistema político
La destitución de Boluarte confirma que Perú sigue atrapado en un ciclo de inestabilidad institucional sin salida clara. Desde 2016, el país ha visto desfilar siete presidentes, varios destituidos bajo el mismo argumento constitucional. En este contexto, el Congreso, lejos de ser un contrapeso democrático, se ha convertido en el epicentro de las maniobras políticas y del descrédito popular.
Perú cambia de presidente, pero no de crisis
La expresidenta, con una popularidad que nunca superó los dos dígitos, fue incapaz de reconectar con la ciudadanía. Tampoco logró proyectar una política exterior coherente: sus choques con México, Colombia y Honduras, así como sus tensiones con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, aislaron a Perú en el plano diplomático.
Un país sin horizonte claro
Con la salida de Boluarte, Perú vuelve a iniciar un nuevo ciclo de incertidumbre. José Jerí deberá enfrentar el desafío de garantizar la transición hacia unas elecciones que la ciudadanía perciba como legítimas, en un país donde la confianza en las instituciones está prácticamente destruida.
¿Un nuevo comienzo o la misma historia repetida?
La pregunta que queda abierta es si esta nueva transición servirá para recomponer el tejido democrático o si, como tantas veces, será apenas un paréntesis antes del próximo colapso político.
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