Los gobiernos han comenzado a priorizar la capacidad de resistencia de sus cadenas de suministro, en un intento de proteger su economía ante el aumento de la incertidumbre geopolítica. En Japón, la aprobación de la Ley de Seguridad Económica otorga al gobierno un mayor control de las compañías que dependen de los proveedores extranjeros para obtener insumos y servicios críticos. La economista Anne Vandenabeele considera que este podría convertirse en el punto de partida de una importante restructuración de las cadenas de suministro en los próximos años.
«Para los inversores, la clave está en identificar compañías que no dependan de un único mercado para obtener la mayor parte de sus recursos o de su crecimiento», afirma Harry Gunji, gestor de renta variable.
La innovación es crucial para desbloquear las cadenas de suministro. Famosa por su capacidad en el segmento de la automatización, la tecnología japonesa podría adquirir una importancia cada vez mayor a medida que las compañías vayan optando por los robots industriales para reducir costes.
La economía japonesa depende en gran medida de las exportaciones, por lo que será difícil evitar la recesión en el país en el caso de que se produzca una importante ralentización de la economía mundial. Sin embargo, Japón cuenta con empresas de primer nivel en los sectores de los semiconductores, la fabricación de precisión y la automatización, que podrían beneficiarse de tendencias como la transición ecológica y digital. Las atractivas valoraciones de mercado y los sólidos beneficios empresariales en comparación con Estados Unidos y Europa también podrían favorecer a Japón.