Japón limita su gasto debido a la enorme deuda pública

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Japón, el país que tiene la deuda pública más alta de las principales economías, está teniendo dificultades para gastar como solía hacerlo.

El gasto público impulsado por la deuda, posibilitado por las tasas de interés bajas, ha sido durante mucho tiempo una manera de abordar los problemas del país. Los agricultores en apuros y los campos vacíos recibían generosos pagos del gobierno central. La ayuda de socorro durante la pandemia de la covid se transformó en nuevos desembolsos para defensa y subvenciones para ayudar a los consumidores a capear la inflación.

El gasto continuó incluso cuando se necesitaban más fondos de Seguridad Social para el creciente número de ancianos de Japón. La deuda pública se ha disparado hasta casi 9 billones de dólares, más del doble del tamaño de la economía.

Ahora, en vísperas de unas elecciones de verano muy reñidas, el partido gobernante de Japón se enfrenta a presiones para endeudarse aún más. Las pequeñas empresas, perjudicadas por los aranceles estadounidenses, piden ayudas públicas, y los hogares, presionados por la subida de los precios, exigen una reducción de los impuestos.

Pero mientras el Banco de Japón se aleja de las tasas de interés negativas que durante años facilitaron el endeudamiento del gobierno, los límites al gasto son más severos.

Recientemente, el mercado de deuda pública japonesa ha reflejado la preocupación por la salud fiscal del país. Los rendimientos de los bonos a largo plazo, un indicador de la confianza de los inversionistas en la capacidad del gobierno para pagar sus deudas, alcanzaron máximos históricos en un momento dado la semana pasada. Y una demanda más débil de lo esperado en una subasta de bonos a 40 años celebrada el miércoles mantuvo en vilo a los inversores.

La mayoría de los economistas y funcionarios coinciden en que Japón no se encamina hacia un colapso financiero inminente. Una gran mayoría de la deuda japonesa está en manos del Banco de Japón y de instituciones financieras nacionales, lo que significa que existe un bajo riesgo de que el dinero salga repentinamente del país. Pero aumentan las dudas sobre cuánto tiempo podrá mantener el país su actual ritmo de gasto.

Por lo general, un endeudamiento excesivo puede empujar a las economías a un ciclo peligroso. Los tenedores de bonos se vuelven cada vez más aprensivos sobre la capacidad del gobierno para pagar sus obligaciones, lo que hace subir las tasas de interés. La escalada de las tasas se extiende por toda la economía, obstaculizando la capacidad de endeudamiento de una nación.

En Japón, “las luces amarillas están parpadeando, y en cualquier momento cualquiera de ellas podría volverse roja”, dijo Koji Yano, ex viceministro administrativo del Ministerio de Finanzas japonés. El riesgo de que aumenten los costos de los préstamos es real, dijo, y añadió que cree que la deuda de Japón corre un “riesgo significativo” de ser rebajada de categoría, como ocurrió recientemente con la calificación crediticia de Estados Unidos.

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