La industria del anime en Japón se encuentra en el centro de una creciente preocupación por las condiciones laborales de sus trabajadores, a pesar de ser uno de los sectores más lucrativos del entretenimiento global.
En la última década, el anime experimentó un auge mundial, alcanzando un valor de mercado de USD 21.000 millones. Sin embargo, detrás del éxito económico se esconde una dura realidad para los animadores y actores de doblaje, que enfrentan bajos salarios, largas jornadas laborales y condiciones de trabajo insostenibles.
Recientemente, la situación llegó a oídos internacionales, cuando un informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU denunció el maltrato a los trabajadores de la industria. El informe subrayó las violaciones laborales y la falta de protección de los derechos de los empleados creativos, lo que generó un intenso debate tanto en Japón como a nivel mundial. Ante la presión internacional y las críticas internas, el gobierno japonés comenzó a implementar reformas que buscan mejorar las condiciones de los trabajadores del anime, aunque aún queda mucho por hacer.
El lado oscuro del éxito del anime
A pesar de la popularidad global del anime, con series como Demon Slayer alcanzando cifras de taquilla récord, la realidad económica para los trabajadores del sector dista mucho de ser idónea. Yumiko Shibata, actriz de doblaje de 60 años, compartió su experiencia laboral, que refleja la difícil situación de muchos de sus colegas.
“La profesión de actriz de doblaje no paga”, afirmó Shibata a Bloomberg, quien destacó cómo los bajos salarios de la industria la forzaron a buscar fuentes de ingresos adicionales. Su historia no es aislada. Según entrevistas con más de dos docenas de trabajadores del anime, muchos enfrentan situaciones similares, con salarios menores a USD 13.000 anuales, una cifra considerablemente baja, especialmente cuando se compara con los salarios de otros profesionales de Japón.
Condiciones laborales precarias
El anime, al igual que otras industrias creativas en Japón, se caracteriza por una cultura del exceso de trabajo, donde las jornadas laborales se extienden muchas veces más allá de las horas pactadas, sin remuneración extra. Los animadores jóvenes (de entre 20 y 30 años) reciben salarios anuales que no superan los 2 millones de yenes (aproximadamente USD 12.948), lo que representa una cifra inferior a la media nacional de otros trabajadores de la misma edad en Tokio.
La falta de contratos claros y la subcontratación generalizada también agravan la situación. Muchos trabajadores en la industria del anime, incluidos actores de doblaje e ilustradores, son contratados como autónomos, lo que los deja en una posición vulnerable sin beneficios laborales ni estabilidad.
El sistema de subcontratación es tal que las compañías de producción delegan tareas a estudios más pequeños o trabajadores independientes, lo que resulta en una distribución desigual de los ingresos, y en algunos casos, en pagos atrasados o incluso la ausencia total de compensación.
Respuesta del gobierno y medidas para mejorar las condiciones
Tras el informe de la ONU, el gobierno japonés se vio presionado a actuar, especialmente dado que el anime es un componente clave de la iniciativa “Cool Japan”, que busca promover la cultura japonesa a nivel internacional. En noviembre pasado, se aprobó una ley que protege a los trabajadores autónomos, exigiendo que las empresas proporcionen contratos escritos que especifiquen claramente el salario y las condiciones laborales.
Las reformas también incluyen medidas para garantizar que los pagos se realicen dentro de los 60 días posteriores a la prestación de servicios y prohíbe exigir trabajo adicional sin un pago extra.
Si bien muchos trabajadores expresaron que estos puntos aún no se implementaron completamente, la ley comenzó a generar un cambio de conciencia sobre la necesidad de mejorar el bienestar de los trabajadores en una industria que continúa siendo un referente global.
Tetsuya Numako, ex animador y actual funcionario sindical de Toei Animation, la principal compañía de producción detrás de Dragon Ball Z y One Piece, señaló que “los estudios deberían poder permitir salarios más altos dados los ingresos que genera la industria”. Asimismo añadió que “ahora hay dinero suficiente en la industria, y los estudios deberían poder pagarlo».
Desafíos y esperanzas de los trabajadores
A pesar de las reformas, el camino hacia una mejora real en las condiciones laborales no será fácil. La falta de sindicatos es otro obstáculo importante, ya que la mayoría de los animadores y actores de doblaje no están organizados, lo que dificulta la capacidad de negociar colectivamente mejores condiciones. Numako explicó que convencer a los artistas de unirse a un sindicato fue siempre un reto, ya que muchos prefieren trabajar de forma individual, sin involucrarse en grandes negociaciones.
Sin embargo, algunos expertos ven un lado positivo en la creciente conciencia pública sobre las malas condiciones laborales en la industria. Daisuke Iijima, investigador en la firma de investigación crediticia Teikoku Databank, destacó que la posible consolidación de los estudios pequeños podría llevar a una mejora en las condiciones salariales y laborales a largo plazo.
Según le comentó Iijima a Bloomberg: “La industria debería consolidarse para que el número de empleados sea al menos la mitad de lo que tenemos hoy, para que cada uno de ellos sea sostenible”.
La creciente demanda global de anime y la expansión de los mercados de streaming también están provocando cambios en la estructura de la industria. Las empresas japonesas comenzaron a depender de la subcontratación internacional, con estudios como Toei Animation enviando el 70% de su trabajo de animación a Filipinas. Además, la innovación tecnológica, incluida la inteligencia artificial, plantea un nuevo desafío para la industria, ya que se teme que la automatización reemplace a los trabajadores más jóvenes, especialmente en puestos de nivel inicial.