China está perdiendo peso como el líder indiscutible de los mercados emergentes e India, su histórico rival en bolsa, en el plano macroeconómico y en el frente territorial, está aprovechando su debilidad para intentar suplantarla y convertirse en el motor económico de Asia, la región de mayor crecimiento y población de los mercados emergentes. Muchos analistas e inversores llevan años tomando nota del mal comportamiento relativo de China frente a su vecino hindú y han tomado cartas en el asunto, centrando su inversión en este último a costa de Pekín. Los esfuerzos de India para sacar partido al proceso de desglobalización que está alejando a los inversores de China, además del crecimiento potencial que presenta el país, lo sitúan ahora como un mercado más atractivo que China para los inversores. Y la bolsa lleva ya varios años demostrándolo.
China ha caído en un proceso de crecimiento cada vez más lento, algo que, como explican muchos analistas, es inevitable cuando una economía alcanza un tamaño considerable. La decadencia del crecimiento chino es clara: desde la Gran Crisis Financiera, el avance del PIB del país superó el 6% interanual casi sin excepciones, el nivel objetivo que mantenía el gobierno, ya que se consideraba que, por debajo, la economía china empezaría a sufrir aumentos del desempleo.
Sin embargo, la situación empezó a torcerse hace aproximadamente 6 años, cuando los tambores de guerra comercial por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca empezaban a sonar. Coincidencia o no, la realidad es que China no ha conseguido mantener el buen ritmo de la bolsa India desde ese momento, y hay analistas que ya han claudicado con el país asiático. «Hace una década introducimos la temática de inversión de «Asia Alzándose», con la que poníamos el foco en el continente más poblado del mundo, destacando tendencias de largo plazo y enfocándonos especialmente en la apertura China y en su integración en las cadenas de suministro mundiales», explican desde Julius Baer.
El banco suizo destaca los logros que ha conseguido China en estos años, pero reconoce que «la bolsa china no ha conseguido replicar el éxito de su economía» y, más importante todavía, ahora han llegado a la conclusión de que «ha llegado el momento de replantearse la estrategia», lejos de China, admitiendo que «el potencial de crecimiento ahora está en otras economías, especialmente India».
Dos caminos opuestos para la bolsa
El comportamiento de la bolsa china en relación a la de India en la última década es un buen reflejo de la situación de fondo que están viviendo ambas economías. Desde la crisis de 2008 hasta que comenzó la presidencia de Donald Trump, en 2017, ambos mercados experimentaron una fuerte revalorización, una subida agresiva que dejó ganancias de más del 33% en el índice CSI 300 chino, y de más del 47% en el Sensex indio. A partir de la llegada de la pandemia de Covid China perdió el paso definitivamente frente a India, y su bolsa ha sido incapaz de rivalizar con la del mercado hindú: el Sensex ha remontado un 145% desde los mínimos de 2020, un periodo en el que el CSI chino ha perdido un 3,4%.
Esto ha generado que la correlación entre la bolsa china y la india se haya hundido, llegando a tocar mínimos históricos en los últimos días. «Después de dos décadas de una alta correlación entre los dos gigantes de los mercados emergentes, esta se rompió en 2021, a medida que el fuerte crecimiento económico de India y la mejora en su clima geopolítico inició un rally que ha coincidido con las caídas de las bolsas chinas, que sufren de una recuperación económica pobre y el empeoramiento de las relaciones con Estados Unidos», explican desde Bloomberg.
La recuperación económica post-Covid de China está siendo mucho más complicada que la de India, con Pekín imponiendo duras medidas de confinamiento y aislamiento en los últimos años que fueron un lastre para el crecimiento del país, mientras el resto del mundo miraba para otro lado y dejaba atrás las políticas restrictivas de la pandemia. A eso hay que sumar la crisis del mercado inmobiliario que ha estallado en China, y que no termina de solucionarse, con unos niveles de endeudamiento especialmente elevados, además de una demografía más joven y una población mayor, en número en India. Todo esto ha hundido a la bolsa china, al tiempo que la de India disfrutaba de un rally alcista.
Un crecimiento potencial más fuerte
Al simplificar toda la maraña de datos fundamentales y posibles perspectivas para el futuro de India y de China, hay una idea que parece clara y que explica de forma sencilla la pérdida de peso de Pekín frente a su vecino: el crecimiento potencial. India tiene mejores perspectivas a futuro, precisamente por estar menos desarrollada que China, una realidad que han identificado algunos inversores y que les ha convencido de cara a elegir dónde colocar su dinero. «Con una renta per cápita que sólo representa una quinta parte de la de China, India tiene un gran potencial de recuperación, independientemente de las condiciones económicas mundiales», explican desde DWS.
No es el único que avisa de este cambio fundamental: «A medida que China sale de una burbuja económica de varios años, India se destaca como una alternativa convincente para los inversores que buscan exposición al crecimiento del mercado emergente», explica Norman Villamin, estratega jefe de UBP.
La fábrica del mundo pierde terreno
Durante años China ha sido considerada «la fábrica del mundo», por su enorme producción y exportación de bienes fuera de sus fronteras. Ahora India está empezando a hacer sombra a China, y los analistas lo están reconociendo. «El creciente escepticismo en Occidente, sobre la dependencia exclusiva de China para algunos productos, está aumentando el atractivo de la India como destino de la inversión extranjera directa», afirma Elke Speidel-Walz, economista jefe de Mercados Emergentes de DWS.
Esta tendencia explica parte de la debilidad que ha mostrado la bolsa China frente a India desde que Donald Trump y su política de guerra comercial a China hizo aparición. «El surgimiento de una era de desglobalización, alejándose de la fabricación centralizada en China, añade un nuevo impulso al enfoque de política interna de la India. Este cambio podría reflejar el auge de la inversión extranjera de China en la década de 1990 a medida que las industrias se trasladaban desde Occidente», señala Villamin. «La política interna de la India ofrece vientos favorables para su modelo económico a medida que la nación entra en una fase de inversión centrada en la infraestructura física y digital, similar a la de China en la década de 1990″, destaca el experto.
Así, parece que India ha decidido seguir el ejemplo de China y utilizarlo para adelantarla por la derecha en términos económicos. Y no sólo se trata de inversión en producción de bienes de poco valor añadido: «Las empresas tecnológicas indias, líderes mundiales, ya son proveedores de servicios tecnológicos bien integrados para muchas multinacionales líderes. Este tipo de negocios también parecen estar bien posicionados para beneficiarse de la inteligencia artificial (IA) como otra tendencia secular», explican desde DWS.
Patricia Urbano, gestora y especialista de mercados emergentes de Edmond de Rothschild AM, destaca cómo «India se ha centrado en convertirse en una alternativa manufacturera a China. Ofrece ventajas por su posición geográfica, como la proximidad a la cadena de suministro asiática, una buena oferta de personal cualificado y un gran mercado interior. Y también ha aprovechado su política de sustitución de importaciones make in India«, señala.