Dos barcos de guerra chinos, más otro de suministros, han estado navegando en aguas internacionales a 150 millas náuticas de la costa este de Australia. Esto es noticia porque nunca antes un buque de la armada del gigante asiático había navegado a esa distancia de la costa australiana, traspasando la primera cadena de islas del Pacífico.
Mientras el foco geopolítico apunta hacia Ucrania y las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia, el ejército chino continúa acaparando la atención en una región en la que se presenta como la gran fuerza dominante.
Es habitual que Pekín saque a pasear sus aviones de combate o barcos por aguas llenas de islotes y arrecifes en disputa que van de Taiwan a Filipinas, o cerca de las islas que se extienden desde Japón hasta Micronesia. Pero, según contaban este miércoles al Financial Times fuentes del Gobierno australiano, no tiene precedentes que los navíos chinos naveguen próximos a sus costas, concretamente por el este de Sidney.
Esta maniobra coincide con una visita a Australia del almirante Samuel Paparo, jefe del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos, quien hace unos días soltó en un foro de seguridad que China se «estaba preparando para la guerra», en referencia a la presión militar que el ejército chino realiza habitualmente sobre Taiwan. «Las maniobras agresivas de sus fuerzas armadas no son ejercicios militares, como ellos los llaman. Se trata de ensayos para la unificación forzada de Taiwan con el continente», aseguró Paparo, que se ha reunido en Canberra con el ministro de Defensa australiano, Richard Marles, y el de Exteriores, Penny Wong.
La semana pasada, un avión de combate chino lanzó bengalas frente a un avión militar australiano que volaba sobre el Mar de China Meridional. Las autoridades chinas aseguraron que la aeronave australiana «invadió intencionalmente» su espacio aéreo y que su avión respondió de manera «legítima y moderada». No lo vieron así desde Canberra, donde el primer ministro australiano, Anthony Albanese, informó que había presentado una queja formal ante Pekín por lo que consideraban que había sido una maniobra peligrosa.
Desde el Ministerio de Defensa australiano explicaron que un caza J-16 del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China se había acercado apenas a 30 metros de un avión de reconocimiento australiano P-8, lanzando bengalas durante la aproximación. Dos días después del incidente en pleno vuelo, una fragata y un destructor chino fueron avistados en la costa noreste de Australia tras haber completado ejercicios de combate en el Pacífico.
China y Australia han tenido frecuentes choques desde que, durante la pandemia, Scott Morrison, el predecesor de Albanese, se convirtió en uno de los grandes azotes internacionales del Gobierno de Xi Jinping. Morrison insistió en una investigación independiente sobre el brote de Covid en la ciudad de Wuhan; prohibió la red 5G de Huawei; acusó al ejército chino de intimidar otros países por los reclamos en el disputado Mar de China Meridional y de colar espías en Australia para influenciar en su política interna. Pekín respondió atacando donde más dolía, a la economía, lanzando oleada de sanciones comerciales y aranceles contra muchos productos australianos.
Hace un par de años, el laborista Albanese visitó a su homólogo Xi Jinping para tratar de calmar las tensiones entre ambos países. Pekín levantó algunas restricciones comerciales y se reestablecieron el año pasado los principales canales de seguridad entre ambos ejércitos. Este mismo lunes, en medio de una escalada de las tensiones, jefes militares chinos y australianos se reunieron en un foro militar bilateral en Pekín que no se celebraba desde 2019.