Parece increíble que Japón pueda subsistir con una deuda superior al 250% del PIB. Es el país más endeudado del mundo y, sin embargo, muestra un alto índice de desarrollo y de bienestar social. ¿Cómo lo consigue Japón?
Considerada la tercera economía mundial, Japón es un país desarrollado, con una de las tasas de desempleo más bajas del mundo y un actor político de gran importancia a nivel internacional puesto que forma parte del G7. Es más, si echamos un vistazo al Índice de Desarrollo Humano de Japón, que tiene en cuenta aspectos como la educación, la esperanza de vida o los ingresos per cápita, vemos que los nipones gozan de una alta calidad de vida.
Sin embargo, si observamos la deuda pública japonesa, creemos que este indicador puede hacer saltar las alarmas. Y es que nos encontramos con una deuda pública que sobrepasa el 250% del PIB. En otras palabras, los japoneses necesitarían más de dos años y medio de su producción total de bienes y servicios para saldar la deuda que el Estado ha contraído con inversores privados.
¿Cómo llegó Japón a convertirse en el país más endeudado del mundo?
A finales de la década de los 80, una burbuja en el sector de la construcción causó estragos en la economía nipona. La economía del país no despegaba, sino que permanecía en un punto muerto. De hecho, a día de hoy, el país sigue estancado.
Por otra parte, la demografía de Japón juega en su contra, pues es el país más envejecido del mundo y tiene una baja tasa de natalidad. Esto significa que las mejoras tecnológicas no son suficientes para compensar la caída de la productividad provocada por una fuerza de trabajo cada vez más reducida y más envejecida.