China eleva la disputa con Japón por Taiwán con una nueva carta ante la ONU

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China envió una segunda carta al secretario general de la ONU, António Guterres, para rechazar la postura de Japón sobre Taiwán y acusar a Tokio de “distorsionar” el problema y abandonar su doctrina de defensa estrictamente defensiva. El documento, firmado por el embajador chino Fu Cong, responde a una misiva previa del representante japonés Kazuyuki Yamazaki y profundiza la crisis diplomática abierta entre ambos países desde noviembre.

Según Beijing, Japón “evade la cuestión central” al presentar su política como puramente defensiva mientras su primera ministra, Sanae Takaichi, declaró el 7 de noviembre que un eventual ataque chino a Taiwán podría constituir una “situación de amenaza para la supervivencia” de Japón, habilitando el ejercicio del derecho de autodefensa colectiva. Para China, vincular la seguridad japonesa a un “escenario Taiwán” implica, de facto, la disposición a usar la fuerza contra China y excede los principios que Tokio dice mantener.

Del “solo defensa” a la autodefensa colectiva

En su carta anterior ante la ONU, Japón había insistido en que su doctrina de seguridad sigue siendo “estrictamente defensiva” y que sus Fuerzas de Autodefensa actúan bajo un enfoque de “defensa pasiva”, en línea con la Constitución pacifista de posguerra. La nueva respuesta china cuestiona esa narrativa y la contrasta con las reformas legales que, desde 2015, permiten a Tokio recurrir a la autodefensa colectiva en escenarios que amenacen la supervivencia del país, incluso si Japón no es atacado directamente.

Beijing sostiene que la interpretación japonesa abre la puerta a una intervención militar en un conflicto por Taiwán bajo coordinación con Estados Unidos, lo que, a ojos de China, equivaldría a una agresión. En una carta anterior distribuida a todos los Estados miembro, Fu Cong ya había advertido que cualquier acción militar japonesa en el Estrecho sería considerada un uso ilegítimo de la fuerza y que China se reservaría el derecho a responder en “autodefensa” bajo la Carta de la ONU.

El eje de la disputa son las palabras de Takaichi en la Dieta japonesa, cuando afirmó que un ataque chino o incluso un bloqueo naval que afecte las rutas críticas cerca de Taiwán podría constituir una crisis existencial para Japón, habilitando el despliegue militar bajo la legislación de seguridad vigente. Sus declaraciones se insertan en un contexto de creciente preocupación en Tokio por la combinación de disuasión fallida ante Rusia en Europa y el aumento de la presión militar china en el Indo-Pacífico.

China, por su parte, acusa a Japón de “revivir lógicas de la Segunda Guerra Mundial” y ha llegado a invocar las llamadas “cláusulas de Estado enemigo” de la Carta de la ONU en su discurso diplomático, recordando los antecedentes históricos del expansionismo japonés en Asia. Aunque dichas cláusulas son consideradas obsoletas en la práctica, su mención refleja un endurecimiento del tono retórico chino.

De la ONU a las represalias económicas y simbólicas

El intercambio no quedó en el plano declarativo. Tras las palabras de Takaichi, Beijing anunció advertencias de viaje para ciudadanos chinos que visiten Japón, reforzó restricciones sobre ciertos productos del mar japoneses y pospuso una reunión trilateral de ministros de Cultura con Japón y Corea del Sur, usando herramientas diplomáticas y económicas para señalar su descontento.

Estas medidas se suman a una dinámica más amplia de presión: ejercicios militares chinos cerca de las islas Senkaku/Diaoyu, incursiones de guardacostas en aguas disputadas y campañas mediáticas que presentan a Japón como parte de una supuesta estrategia de “contención” liderada por Washington. Tokio, por su lado, insiste en que su política sigue siendo defensiva, que respeta el “statu quo” en el Estrecho de Taiwán y que China es quien altera el equilibrio regional con su expansión militar.

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