El conflicto armado entre Camboya y Tailandia de julio de 2025 ha provocado la ruptura de los consensos políticos emergidos tras la oleada de protestas contra el gobierno militar de Prayut Chan-o-Cha, la figura jurídica del delito de lesa majestad y la inmunidad de la familia real ante el derecho consuetudinario. En aquella ocasión, el Pheu Thai Party (PT) de la familia Shinawatra pactó con sus históricos rivales de las facciones conservadoras para mantener el statu quo.
Un audio lo cambió todo. En plena escalada de tensiones con Camboya, una fuente aún desconocida filtró a la prensa un audio donde se escuchaba a la por entonces primera ministra, Paetongtarn Shinawatra, tratar de tranquilizar a su contraparte camboyano expresando abiertamente su desconfianza hacia las fuerzas armadas tailandesas. Ese ha sido el fin de su carrera política.
Paetongtarn fue destituida de su cargo a principios de julio como primera ministra de Tailandia. Sin embargo, en previsión de este movimiento, el Pheu Thai se había preparado. Días antes de la destitución, el gabinete fue reorganizado y al delfín de la dinastía Shinawatra se le adjudicó la posición de ministra de Cultura. Todo quedaba bien “atado”. Phumtham Wechayachai, del propio PT, era nombrado primer ministro interino y daba tiempo a la facción “roja” a reorganizarse.
Pero la justicia hizo acelerar los tiempos de la política nacional repentinamente. El Tribunal Constitucional dictaminó que la ex primera ministra había dañado el honor de la nación y priorizado su interés personal por encima del de la patria. Una sentencia que la inhabilita para cualquier actividad política. A partir de ese momento, Tailandia se convirtió en el escenario de un juego a tres bandas.
Pugna en la política de Tailandia
El PT aún tenía una bala en la recámara: Chaikasem Nitisiri. Ex ministro de Justicia y experimentado político. Con todo, su postulación a primer ministro de Tailandia presentaba varios problemas. El primero de ellos: el PT cuenta con solo 131 escaños de un parlamento de 500, situación que les hace dependientes de multitud de socios.
Ante ello, la edad de Nitisiri –tiene 77 años–, sus problemas de salud y su postura crítica con los privilegios de la familia real hicieron peligrar el respaldo del resto de formaciones políticas. Y, dado que es el último gran perfil que les queda a los Shinawatra, vacilaron en su candidatura.
Frente a ellos se alzaba el Bhumjaithai Party (BJT) de Anutin Charvirankul. Formados en 2008 alrededor de la alianza entre las dinastías de los Chidchob y los Charnvirakul, tienen su base en la región nororiental de Isan. Misma área que absorbió el grueso de combates con Camboya y en la que la camarilla militar Buraphapayak establece su centro de operaciones.
Si bien no se puede afirmar que el BJT sea una extensión política de dicha facción, su cercanía geográfica y sus planteamientos conservadores lo han convertido en diversas ocasiones en un puente entre la administración pública y los cuarteles.
Con el conflicto armado aún reciente y el resto de formaciones conservadoras atravesando significativas crisis internas, el BJT se ha convertido en la principal formación política de la facción “amarilla”. Sin embargo, eso no bastaba. Con apenas 69 escaños, el apoyo del resto de los partidos conservadores no era suficiente. Se necesitaba algo más. Y ese “algo” no era otra cosa que el apoyo explícito del Partido del Pueblo (PP).
Anutin Charvirankul, nuevo primer ministro de Tailandia
Surgidos de la oleada de manifestaciones del 2021, el PP, al igual que su ilegalizado antecesor, el “Move Forward”, ha tenido que lidiar con la deslegitimidad impuesta por no participar de la protección de la monarquía. De este modo, los llamados “naranjas” han visto en la debilidad de rojos y amarillos una ventana de oportunidad para normalizar su presencia en la política nacional. Por eso, tanto PT como BJT han acudido a tratar de recabar su apoyo.
Natthaphong Ruengpanyawut, líder de los 143 escaños que posee el PP en el parlamento, ha tenido el destino de Tailandia en sus manos. La pregunta “¿por quién decantarse?” amaga una decisión más profunda acerca de la “frontera antagónica” reinante en la política tailandesa.
Asociarse con el PT supone focalizar el antagonismo en la cuestión de clase y la institución monárquica. Por el contrario, hacer lo propio con el BJT implica apostar por el nacionalismo frente a un claro enemigo externo: Camboya.
Ante dicha tesitura, el PP ha elegido nacionalismo. El pragmatismo se impuso y las ofertas del debilitado PT fueron desestimadas frente a la consolidación política del BJT y la necesidad de legitimidad.
Así, Anutin Charvirankul ha sido nombrado primer ministro de Tailandia. Pero nada garantiza un mandato estable. Tashkin Shinawatra, patriarca del clan Shinawatra, ha realizado un misterioso viaje a Singapur que muchos tildan de exilio. Los naranjas, que no han entrado en el gobierno, han condicionado su apoyo a la pronta celebración de elecciones. Todo mientras la sombra de la bota militar sigue presente en los cálculos políticos.