La isla de Bali se enfrenta a una crisis provocada por el exceso de turismo. Las calles de Kuta y Seminyak, abarrotadas de turistas, son el reflejo de una infraestructura desbordada y una cultura local en peligro. En respuesta, el gobierno ha decidido tomar una medida sin precedentes: prohibir la construcción de nuevos hoteles, villas y clubes nocturnos en las zonas más afectadas por el desarrollo comercial descontrolado.
La decisión, anunciada por el Ministerio Coordinador de Asuntos Marítimos y de Inversión, responde a años de crecimiento exponencial del turismo en Bali, que ha resultado en una presión insostenible sobre sus recursos naturales y su identidad cultural.
Este enfoque busca detener la ola de construcciones que, según las autoridades, ha alterado el equilibrio delicado entre el desarrollo económico y la preservación ambiental. “Es hora de que repensemos lo que queremos para Bali. No se trata solo de crecer, sino de hacerlo de manera sostenible”, afirmó Hermin Esti, una alta funcionaria del Ministerio.El gobernador interino de Bali, Sang Made Mahendra Jaya, ha sido uno de los principales defensores de la moratoria, señalando que el desarrollo excesivo ha comenzado a erosionar la calidad de vida de los residentes locales y ha generado tensiones con los miles de extranjeros que han establecido su residencia en la isla. Las autoridades locales, junto con el gobierno central, continúan discutiendo el calendario exacto de la moratoria, que podría prolongarse hasta por una década.
Desde la reapertura del turismo tras la pandemia de COVID-19, Bali ha visto un aumento significativo en el número de turistas. Solo en el primer semestre de 2023, más de 2.9 millones de visitantes extranjeros llegaron a la isla, representando el 65% del total de llegadas internacionales a Indonesia. La magnitud de estos números ha generado preocupación, no solo por el impacto ambiental, sino también por la calidad de la experiencia turística.
El ministro de Asuntos Exteriores, Luhut Pandjaitan, advirtió que la isla está experimentando una afluencia masiva que afecta la congestión del tráfico y provoca comportamientos inapropiados por parte de algunos turistas, como acrobacias en lugares públicos y la violación de los sitios sagrados. Ubud, un centro espiritual en el corazón de Bali, se ha visto invadido por videos de turistas posando desnudos en templos, acciones que han provocado indignación entre los locales.
El rápido incremento de construcciones ha exacerbado estos problemas. En 2019, Bali contaba con 507 hoteles, un número que creció a 541 en 2023. Este aumento refleja el crecimiento imparable del sector turístico, que en su afán por capitalizar la demanda ha ignorado las advertencias de los ecologistas y de los defensores del patrimonio cultural. Ahora, con la moratoria, las autoridades esperan poner un freno a este desarrollo desmesurado. “No podemos seguir construyendo sin pensar en las consecuencias a largo plazo”, declaró Pandjaitan.
Impacto sobre la cultura y la comunidad local
El exceso de turismo no solo afecta al medio ambiente; también está erosionando la cultura balinesa y los modos de vida tradicionales. Los residentes locales han visto cómo sus barrios se transforman en áreas exclusivamente dedicadas al turismo, donde el acceso a viviendas asequibles se ha vuelto casi imposible debido a la especulación inmobiliaria. Además, la llegada de alrededor de 200,000 extranjeros, muchos de los cuales han establecido su residencia permanente, ha generado tensiones en el mercado laboral local.
La comunidad balinesa, profundamente conectada con sus tradiciones y costumbres, siente que el crecimiento turístico está reduciendo sus oportunidades y poniendo en peligro su forma de vida. La competencia por empleos entre locales y expatriados, sumada a un aumento en la criminalidad, ha transformado la isla en un lugar donde muchos balineses se sienten cada vez más desplazados. “Nos están quitando nuestras casas, nuestros trabajos”, comentó un residente de Denpasar.
Las acciones de algunos turistas también han sido motivo de polémica. En The Guardian, se reportan numerosos casos de mal comportamiento por parte de los visitantes, que van desde irrespetar las normas locales hasta dañar sitios religiosos. La reacción de los balineses ha sido contundente: exigen que las autoridades tomen medidas para proteger su patrimonio cultural.
Medidas gubernamentales para un turismo sostenible
Con la implementación de la moratoria, el gobierno no solo busca frenar el desarrollo inmobiliario descontrolado, sino también promover un turismo más sostenible y de mayor calidad. En febrero de 2023, se introdujo un impuesto turístico de 150,000 rupias (equivalente a 9 dólares) para los extranjeros que visitan Bali. Este impuesto tiene como objetivo financiar la conservación del patrimonio cultural y natural de la isla, una medida que ya se ha implementado con éxito en otros destinos turísticos como Nueva Zelandia y Roma.
Además, el gobierno está llevando a cabo una auditoría exhaustiva del turismo en Bali, que incluye la planificación de una conexión ferroviaria entre el aeropuerto y las zonas más populares, como Kuta y Seminyak, con la esperanza de reducir la congestión vehicular. Estas medidas forman parte de un esfuerzo más amplio para equilibrar el desarrollo económico con la preservación del entorno y la identidad balinesa.
El ministro de Turismo, Sandiaga Uno, ha sido claro en su advertencia: el sur de Bali está al borde del colapso turístico, y si no se actúa pronto, el daño podría ser irreversible. “No queremos que Bali se convierta en otro caso como Barcelona, donde los locales se rebelan contra la masificación turística”, afirmó en una conferencia reciente.
La moratoria representa un punto de inflexión en el manejo del turismo en Bali. A medida que las autoridades continúan debatiendo el calendario y los detalles de la medida, queda claro que el futuro de la isla depende de la capacidad del gobierno para implementar políticas que prioricen la sostenibilidad. Para muchos balineses, la moratoria es una oportunidad para salvar su hogar antes de que sea demasiado tarde.