Japón vigila de cerca la investigación de las redes de estafa en Birmania

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El Ejecutivo japonés dijo este miércoles estar «vigilando de cerca» las acciones emprendidas por Tailandia y Birmania (Myanmar) para desmantelar redes de estafa y proteger la seguridad de ciudadanos chinos, japoneses y de otros países que se ven afectados por esta trama criminal.

«El gobierno está tomando este caso en serio. Creemos que el fraude también está ocurriendo dentro de Japón y estamos trabajando en estrecha colaboración con agencias de investigación extranjeras para comprender la situación real mediante el interrogatorio de ciudadanos japoneses que han regresado a Japón», dijo hoy el portavoz gubernamental japonés, Yoshimasa Hayashi en una rueda de prensa.

Según el portavoz, dichas estafas se están produciendo también dentro del archipiélago japonés y prometió que el Ejecutivo tomaría medidas oportunas para responder a las mismas además de enviar avisos con el fin de concienciar a la población.

La reacción de Tokio se dio a conocer después de que diez ciudadanos japoneses huyeran de un centro de estafas en el este de Birmania durante una redada de un grupo armado local, según informó la agencia japonesa Kyodo.

Se desconoce si los japoneses que huyeron de este centro, en Myawaddy (ciudad fronteriza con Tailandia) eran víctimas de trata de personas o estaban involucrados en organizaciones criminales.

Según las autoridades tailandesas, desde enero se ha rescatado a dos jóvenes japoneses de centros de llamadas fraudulentas y Tokio ha pedido que se hagan esfuerzos para localizar y rescatar a otros dos ciudadanos japoneses en Myawaddy.

Las autoridades de Tailandia y Birmania se encuentran colaborando con Pekín para desmantelar centros de estafas en sus territorios, lugares donde trabajan de forma esclavizada miles de personas, que han sido captadas bajo engaño por bandas criminales.

La ONU denunció el pasado diciembre en su Informe Global sobre Trata de Personas el auge de las estafas de este tipo, con el Sudeste Asiático como epicentro de unos centros que funcionan como prisiones y en los que los trabajadores son jóvenes, muchas veces extranjeros, con conocimiento tecnológico y de idiomas, según el estudio.

Se trata de complejos cerrados, similares a prisiones, donde estas personas, engañadas con ofertas de trabajo, son obligadas a cometer estafas ‘online’ desde un computador, sufriendo una «violencia extrema», afirmó entonces Fabrizio Sarrica, un investigador de la ONU sobre trata. EFE

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