China ya no busca solo materias primas en Latinoamérica

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Desde 2005, las empresas chinas han hecho inversiones en el resto del mundo por unos 2,27 billones de dólares. Una parte creciente de ellas ha ido dirigida, no sin recelos por ambas partes, a países de Latinoamérica.

China, primera economía del mundo desde 2016 y, ya antes, a la cabeza del comercio mundial, lleva tres décadas exportando mucho más de lo que importa. Sobre todo frente a EE. UU. Eso le ha permitido acumular las mayores reservas internacionales de dólares, estimadas actualmente en unos tres billones, equivalentes al PIB de Francia. ¿Qué ha hecho con todo ese dinero?

Primero, invertir en Estados Unidos. Y, después, en otros países y regiones. Incluida Latinoamérica, donde las empresas chinas llegaron a hacer inversiones de más de 23.500 millones en un solo año, según el China Global Investment Tracker, que dirige Derek Scissors.

En total, desde el año 2000, China ha invertido un total de 172.000 millones en América Latina, según el cálculo del Monitor OFDI de China en Latinoamérica, la otra gran referencia en esta cuestión.

No es extraño así, que el creciente peso de China en las economías de Latinoamérica, que puede significar una extensión de su influencia política, despierte recelos. «China no quiere interferir en la política o en los problemas de terceros países, pero quiere hacer negocios», explica Felipe Debasa, profesor de Historia Contemporánea especializado en China. «¿Podemos decir que con los negocios nace una nueva diplomacia? Esa sería la gran pregunta: no es lo que busca China, pero puede ser un efecto colateral», afirma Debasa.

Obras públicas y préstamos oficiales

Las empresas chinas se han implicado, además, en multitud de obras públicas en Latinoamérica, aunque eso merece capítulo aparte, así como los casi 138.000 millones de dólares en créditos oficiales otorgados por el Banco de Desarrollo de China (CDB por sus siglas en inglés) y el Banco de Exportación e Importación (Exim) a los gobiernos de la región, especialmente Venezuela (hasta 2016), Brasil, Ecuador, Argentina y, en menor medida, Bolivia.

Préstamos concedidos, muchas veces, precisamente para llevar a cabo esas obras, pero cuyo flujo con la pandemia se ha congelado completamente. Ya desde 2017 se había empezado a ralentizar, pero desde 2020 no ha habido más crédito oficial chino para Latinoamérica. «La pandemia ha cambiado China en todo», afirma Debasa.

¿Dónde invierte China en Latinoamérica?

Inicialmente, del 2000 al 2005, tres cuartas partes de la inversión china en América Latina se concentraron en Brasil, que sigue siendo el principal socio comercial y receptor de inversiones chinas en la región. Las principales eléctricas, por ejemplo, están en manos chinas. «China está comprando Brasil», llegó a decir exageradamente Jair Bolsonaro en 2018 durante la campaña electoral, aunque ya como presidente suavizó su discurso.

Otros países como Perú, México, Chile o Argentina han ido también recibiendo cada vez más inversión china, así como Colombia. Como destaca Enrique Dussel Peters, coordinador de la Red Académica de América Latina sobre China y autor del citado Monitor: «De esas primeras décadas a los últimos datos, hay una creciente diversificación por países, por sectores, por propiedad de las empresas chinas, ya no solamente públicas».

Una coyuntura favorable

Alberto García, responsable de asset allocation de ACCI Capital Investments y ex gestor de fondos del Banco Santander, destaca las razones para invertir en Latinoamérica estas dos décadas. «Cuando el comercio mundial va bien, cuando Estados Unidos va bien, los países emergentes, que son exportadores, van a ir mejor… se dice que tienen más ‘beta’, es decir, cuando el mercado sube, suben más», explica.

Además, «el dólar se ha apreciado últimamente frente a todas las monedas de países emergentes, incluidas las de Latinoamérica (salvo el peso mexicano), lo que permite a China rentabilizar mejor sus reservas».

¿En qué invierte China en Latinoamérica?

Las inversiones chinas llegaron al principio atraídas por las materias primas, como «ha ocurrido también en países de África o en Australia», compara Derek Scissors, que lleva años observando las inversiones chinas en todo el mundo. «El interés inicial de China son las commodities, porque la economía china necesita muchas materias primas», explica. Pero «una vez aseguradas estas», ha ido buscando cómo «profundizar en las relaciones comerciales».

Si hasta 2009 las materias primas representaban el 95 por ciento de las inversiones chinas en la región, en los últimos años bajaron a menos de la mitad. Scissors destaca el crecimiento del sector energético y de las manufacturas. Y, dentro de la energía, el paso de inversiones en energías fósiles a las renovables.

«No podemos quedarnos de nuevo con la cantaleta de hace diez, quince o veinte años de que lo único que busca China son materias primas», coincide Dussel, que también lleva años analizando la inversión china en Latinoamérica. Dussel cita como ejemplo las inversiones en yacimientos de litio en Argentina, Chile o México: «No necesitan más, ya tienen litio para las próximas décadas».

México, puerta de entrada al mercado estadounidense

Un ejemplo de esta diversificación son las inversiones en manufacturas. Como en México, donde todavía «no hay una fuerte presencia china, pero sí creciente», afirma Scissors.

Para el analista estadounidense, autor del China Global Investment Tracker, China intenta así asegurarse una puerta de entrada a un mercado estadounidense que cada vez le pone más trabas. «México es una buena póliza de seguros para las manufacturas chinas», afirma gráficamente Scissors.

¿Están justificados los recelos hacia el creciente peso de la economía china?

Dussel valora positivamente la inversión china en Latinoamérica, y considera que «es importante no sobrevaluar la presencia y la inversión chinas», ya que calcula que «el máximo que alcanzó la OFDI [nombre de la inversión hacia el extranjero por sus siglas en inglés] china con respecto al total de la inversión extranjera directa hacia América Latina fue de alrededor del 10 por ciento», muy lejos aún de la procedente de Estados Unidos o Europa.

Por otro lado, Dussel resta importancia a los «errores por parte de empresas chinas que apenas habían iniciado el proceso de internacionalización». «China ha conseguido en dos décadas lo que Europa en quinientos años», dice gráficamente. Y admite que ha habido problemas , pero «como ha sucedido con los europeos en ese tiempo, o los estadounidenses en doscientos cincuenta años».

Scissors recela más del auge de las inversiones chinas, aunque tampoco tiene tan claro que vaya a continuar por la misma senda tras el parón provocado por la pandemia. «Que China necesite materias primas no significa que sea una buena idea construir la relación sobre la base de las commodities, ese es el problema de China, no de Latinoamérica», afirma, citando el actual ejemplo de Perú con el cobre o el de Venezuela con el petróleo en el pasado. Y concluye que «los países latinoamericanos lo que necesitan es una economía diversificada; solo con una economía diversificada, pueden tener una relación comercial sana con China».

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