El martes fue un día importante de política en Pekín. Dio inicio la reunión legislativa anual de China (la Asamblea Nacional Popular de China, que es cuando los dirigentes del Partido Comunista dan a conocer sus soluciones para los problemas del país).
Este evento es la oportunidad que tienen los líderes de marcar el rumbo de la economía y definir cómo y dónde gastará dinero el gobierno durante el siguiente año.
No obstante, aunque tenían grandes expectativas, ofrecieron muy poco. Los funcionarios indicaron que no iban a ofrecer ninguna medida espectacular para reanimar la economía, la cual ha sido afectada por una crisis inmobiliaria, la pérdida de la confianza del consumidor y las presiones financieras de los gobiernos locales endeudados. Pese a su renuencia a gastar, los altos dirigentes chinos afirmaron que la economía crecería cerca del 5 por ciento este año.
La meta de crecimiento y otras políticas se dieron a conocer en un informe presentado en la sesión anual de la legislatura, el cual fue entregado por el primer ministro de China, Li Qiang, y es el evento principal en la reunión de una semana de duración presidida por los funcionarios y las personas leales al partido.
Todos están de acuerdo: la meta es ambiciosa
Hubo una palabra que todos los economistas usaron para describir la meta del 5 por ciento de crecimiento de China: ambiciosa.
En algún momento, ese no habría sido el caso. Durante décadas, la economía de China fue sinónimo de un crecimiento mucho mayor, en ocasiones incluso de dos dígitos. Pero tres años de medidas estrictas para combatir la pandemia tuvieron un efecto negativo y una crisis inmobiliaria cada vez más profunda ha llevado a la quiebra a decenas de desarrolladores. Como los dirigentes chinos plantean pocas acciones, algunos especialistas no creen que China vaya a crecer 5 por ciento este año.
“Es evidente que se trata de un conjunto de metas poco realistas”, señaló Logan Wright, director de investigación de los mercados de China de Rhodium Group, una empresa de investigación especializada en China.
Tal vez la crisis inmobiliaria pueda amainar este año, señaló Wright, “pero las medidas políticas como se plantean aquí no van a incidir much en ello”.
Entonces, ¿no se implementó la política bazuca?
Algunas personas creían —o, al menos, esperaban— que los informes del martes anunciarían que China iba a tomar más medidas para resucitar la economía; por ejemplo, sacando a flote a los gobiernos locales, rescatando las empresas inmobiliarias que no se han desplomado o entregando dinero a las familias para impulsar el gasto.
Sin embargo, el gobierno señaló que pondría a la disposición de los gobiernos locales una cantidad de dinero parecida a la del año pasado en bonos especiales. No ofreció ninguna nueva perspectiva para el mercado inmobiliario y solo habló de la necesidad de estimular la confianza del consumidor.
“Podrían haber hecho más y el apoyo podría haber sido mayor”, señaló Tao Wang, economista principal en UBS. “Se necesita un apoyo más categórico del gobierno central”, comentó.
No solo los economistas estaban decepcionados. Los inversionistas, que esperaban que China hiciera su mayor esfuerzo, también resultaron defraudados. En Hong Kong, donde los inversionistas extranjeros pueden apostar por las empresas más grandes de China, el índice Han Seng bajó 2,6 por ciento.
“Cualquiera que esté esperando la política bazuca va a quedar decepcionado”, comentó Andrew Polk, cofundador de Trivium China, una empresa de investigación y asesoría. “Pero la suerte ya estaba echada desde hace mucho tiempo”, añadió.
Cuando se trata del ejército, sí hay gasto
Los altos dirigentes de China expusieron planes de aumentar el gasto militar 7,2 por ciento en 2024, para llegar a cerca de 231.000 millones de dólares. El aumento porcentual fue el mismo que el año pasado y continuó un incremento de varias décadas de desembolsos de China en el ejército, que ahora es el segundo más grande del mundo después de el de Estados Unidos.
El gasto de China en buques de guerra, aviones de combate y otras armas sirve, en su mayor parte, para proyectar su poder en Asia; por ejemplo, para consolidar el control del país sobre el mar de la China Meridional, que disputa, y amenazar a Taiwán, la isla autónoma y democrática que según Pekín es su territorio.
En su informe a la legislatura, Li repitió la advertencia que ha hecho China desde hace mucho tiempo contra “las actividades separatistas cuyo objetivo sea lograr la ‘independencia de Taiwán”’ y añadió que Pekín “seguirá firme en el impulso a la causa de la reunificación de China”.
Los comentarios ambiguos de Li dejaron ver cómo los dirigentes chinos están esperando que tome posesión Lai Ching-te, presidente electo de Taiwán, en mayo antes de considerar cualquier medida importante, entre las cuales podría haber más operaciones militares alrededor de la isla, afirmó Ou Si-fu, un investigador del Instituto para la Investigación de la Seguridad y la Defensa Nacional, un grupo de expertos en Taipéi perteneciente al Ministerio de Defensa de Taiwán.
Pero el gasto tan grande y continuo de China en su ejército demostró que el presidente Xi Jinping seguiría preparándose para algún posible conflicto, aunque solo fuera para demostrarle a Washington su determinación por hacer valer sus intereses.
“Puesto que la relación con Estados Unidos no es buena, es evidente que China no puede mostrar demasiada debilidad”, señaló Ou.
Todos son bienvenidos. Perdón, se canceló la conferencia de prensa
Para el evento, China invitó a los periodistas de todo el mundo y otorgó visas que por lo general habrían sido difíciles de conseguir. Para muchos corresponsales extranjeros, la Asamblea Nacional Popular de este año ha sido la primera vez desde la pandemia que el gobierno chino les ha permitido entrar a ese país para reportear.
Sin embargo, el partido también hizo un cambio abrupto sobre la manera en que hablaría en la asamblea. El lunes dijo que iba a suspender una tradición antigua: la conferencia de prensa del primer ministro. Esta había constituido una de las pocas oportunidades de que los periodistas interactuaran con altos funcionarios. Muchas personas consideraron que la decisión de eliminar la conferencia de prensa, anunciada poco antes de la reunión legislativa, fue otra medida para eludir la transparencia.